63º Mostra de Venecia
Alfonso Cuarón presenta un mundo sin esperanza en el film «Children of men»
«El último en morir que apague la luz, por favor», dice la publicidad de la película del director de cine Alfonso Cuarón, pero el irónico humor mexicano no redime de lo que sucede en el film: un mundo sin esperanza gobernado por la violencia y la angustia. Aunque la escena se sitúa en el año 2027, Cuarón afirmó ayer, después de la presentación de su trabajo en la 63 3dición de la Mostra de Venecia, que la cinta representa el presente, porque el «futuro está en el pasado».
VENECIA
La idea se repite en el filme cuando en una secuencia se oye a un locutor que dice: «están escuchando una canción de 2003, cuando no queríamos darnos cuenta que estábamos a las puertas del futuro». En el año 2027 las mujeres no pueden tener hijos y, además, casi todos los Estados se han hundido; el único que se mantiene a duras penas es el británico, a donde millones de personas de todo el mundo han emigrado. Allí, sólo los ciudadanos con nacionalidad británica pueden moverse más o menos tranquilos, protegidos por la Policía y el Ejército, mientras los emigrantes son trasladados a campos de concentración o de exterminio. Frente a ese Estado, una especie de resistencia, violenta, trata de lograr la igualdad de derechos de los inmigrantes con los británicos. En ese mundo apocalíptico, una mujer africana, Kee, interpretada por Claire-Hope Ashitey, se queda embarazada, la primera vez que ocurre en los últimos diecinueve años en todo el mundo. Kee está protegida, primero, por Julian, líder de la resistencia, a la que da vida Julianne Moore, y después por Theo, encarnado por Clive Owen. El objetivo es llegar, en medio del caos y la anarquía, a un lugar conocido como The Human Proyect. Rodada con técnicas de documental, la película desgrana símbolos «que están en la conciencia actual y que han sido generadas por los medios de comunicación», afirma Cuarón. Entre esas secuencias pueden verse campos de concentración en los que hay detenidos encapuchados y son brutalmente golpeados o amenazados con perros, imágenes que recuerdan las fotografías de las torturas perpetradas por los marines estadounidenses en la prisión iraquí de Abu Ghraib o los campos de detención en Guantánamo. La cinta alcanza su mayor realismo cuando, en una batalla que libran el Ejército y la resistencia, la sangre salpica la cámara y continúa manchada hasta el final de la escena. Aunque Cuarón reconoce que fue una casualidad, sugiere que es «el milagro del rodaje»; de hecho, el efecto hace creer que la escena está sucediendo realmente en ese momento, como si fuera una noticia en televisión. Otras escenas recuerdan películas del cine de ficción; así, los campos de concentración se parecen al mundo de “Total Recall”, de Paul Verhoeven, director holandés también presente en el Festival; y el “Human Proyect” no deja de ser la tierra que Kevin Kostner busca en “Waterworld”. La única esperanza en la película es salvar al bebé que Kee lleva en las entrañas, porque a pesar del pesimismo que se respira en el largometraje, el mundo puede salvarse sólo «a través de la evolución del ser humano», explica Cuarón, algo que «es más fácil que suceda en las jóvenes generaciones». Y es ahí donde está su contradicción, porque “Children of Men” son los hijos de los hombres, los mismos hombres que han creado ese mundo de caos y violencia; y Kee quiere educar a la niña en Africa, la cuna del ser humano, cerrando el círculo de esa forma en donde todo ha comenzado.
El alma alemana, la soledad y lo sordido
A.L.
VENECIA En la Mostra también se presentó hoy el filme alemán “Fallen”, de la directora Bárbara Albert, una cinta que permite comprender el alma alemana para quien comprenda la película. Pero puede que también sea una producción que sólo habla de la soledad en un mundo sórdido, o del capitalismo salvaje de hoy en día. El filme trata de cinco amigas que, tras años de separación, se reencuentran en un funeral y siguen su reunión en una boda, aunque la fiesta parece mucho más triste que el entierro.
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