Joseba VIVANCO
Artziniega, Regreso al pasado
La villa alavesa deArtziniega apretóayer el botón de lamáquina del tiempoy retrocedió alsiglo XV. En plenaépoca medieval,recibió en sumercado anual amiles de visitantes que pudierondegustar desdemermelada deortiga a imaginarsecómo se las gastabanquienes torturabanen nombre de laInquisición.Artesanía ygastronomía con una mirada al pasado.
El Papa Ginés I, con su ya característico temblor generado por el Parkinson que sufre, desciende del «papa-móvil» tirado por un burro y besa el adoquinado de Beheko Kalea. Al frente de un séquito de monjes que entonan canciones «de misa», entran en un bar y mientras se escuchan vivas al pontífice, todos le piden que pague la ronda. Fue una de las muchas escenas que las miles y miles de personas que se acercaron hasta la localidad alavesa de Artziniega pudieron contemplar y fotografiar en una nueva edición de este mercado de antaño que, si la lluvia no lo impide, seguirá siendo como ayer un rotundo éxito. Y ya van nueve años.Pasadas las diez de la mañana, y con los micrófonos de Radio Euskadi como testigos en directo, se daba lectura al pregón de apertura del mercado, «abriendo la puerta de la villa». El retraso de los músicos en poner de acuerdo sus notas fue suplido con los monjes disfrazados para la ocasión que echaron mano de sus salmos de siempre. A partir de ahí, las tres calles que surcan el casco histórico de esta villa, sus cantones y plazas, se comenzaron a llenar de transeúntes que disfrutaron con cada puesto, cada artesano y cada disfraz. Uno podía comenzar observando tocados femeninos de hace seis siglos, degustar un poco de mermelada de ortiga o cebolla, llenar la nevera con los productos de la bien afamada charcutería local, probar bombones caseros o comprar jabón recién elaborado. La parroquia era abarrotada por el público, fieles o no, que querían asistir a la misa que se ofició en latín y cantada en gregoriano. En el exterior, pintores locales dibujaban una de las bóvedas del pórtico la otra se pintó hace una ediciones con imágenes de distintos santos, entre los que se adivinan algunos portando un teléfono móvil o las páginas amarillas. El Arca de Ginés, el recinto donde se dan cita los animales de todo tipo y pelaje, volvió a ser un éxito de pequeños y mayores. A su lado estaba el lugar reservado para varias jaimas, en las que la novedad recibida por largas colas fueron los tatuajes de jena realizados por dos jóvenes marroquíes vecinas del pueblo. Como exitosos resultaron los lugares reservados para conocer de cerca las atroces torturas cometidas en tiempos de la Inquisición. Un espacio de la feria que no se puede ver en ningún otro mercado. Quienes acudieron a verlo seguro que vivieron más de un escalofrío sólo de pensar en los agravios a los que muchos fueron sometidos en toda Europa en nombre de la religión. Más agradable fue el espacio dedicado a los juegos infantiles, todos ellos novedosos y sorprendentes para quienes están másacostumbrados a la play-station, y que estuvo abarrotado. Gente arriba y abajo por todo el casco viejo, en una escena que se volvió a repetir por la tarde. Quienes ya habían acudido no quedaron defraudados; quienes lo hacían por primera vez, alentados por los primeros, se marcharon con la idea de que repetirán. -
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