En Tarrega, hasta el ultimo aplauso
La Fira de Tàrrega ha vivido una buenísima participación, aunque en las funciones de pago no haya habido tantas aglomeraciones como en algunas ediciones precedentes y, como consecuencia, la recaudación en taquilla, lógicamente, se haya resentido.
Los datos fríos de la organización nos hablan de una ocupación del 56% de las butacas, bancos o sillas puestas a la venta. Pero la realidad funciona en Tàrrega en diferentes planos y, aunque lo que se dice teatro «de calle» es un bien buscado, muy preciado, pero poco programado, y prevalecen los espectáculos «en la calle» y los pasacalles de animación, también se deberían contabilizar las docenas de artistas que ocupan esquinas pasando la gorra. Parece un off espontáneo muy marcado por la escuela argentina del cómico con capacidades con los malabares. Además, hay otras atracciones espontáneas: cientos de bongueros haciendo ritmos perpetuamente. Se quiere decir con lo anterior que se ha vivido un poco más holgado, es decir, sin tantas aglomeraciones, pero ha existido una buenísima participación, aunque se nota cuando los profesionales van remitiendo su presencia, porque las programaciones de pago se resienten.Una ruta de sensaciones es la que emprendimos la última jornada, desde la sensibilidad afectada de los italianos de Teatro delle Apparizioni, con su “La stanza dei segretti”, un cuentito sobre los secretos que encierran las cajas, teatro de la nostalgia para públicos infantiles, bien presentado, pero algo atascado en sus desarrollos. Por fin vimos el segundo espectáculo de los portugueses de la Companhia de Dansa de Almada, “Submersäo do Meu Ser”, que, asegura su director, está inspirado en el cuadro de Hieronymus Bosch “El Jardín de las Delicias”, pero que se trata de una bien trabada serie de coreografías que van del neoclasicismo a lo más moderno, en donde los jóvenes bailarines se muestran más preocupados por la caligrafía que por las emociones. Un trabajo en evolución, de una compañía con proyección que todavía se mueve en un estado de búsqueda.
La sorpresa de los titeres
Pero cuando uno menos lo espera se topa con el momento mágico, y nosotros lo encontramos en un lugar que frecuentábamos todos los días, uno de los nuevos espacios propuestos en esta edición que son regidos por empresas distribuidoras, en concreto nos referimos a la de 23 Arts y a algo que estaba allí, en un rincón. Nos dirigíamos a ver otras propuestas y tuvimos el gran honor de ver su última representación en la Fira del 2006: la compañía es catalana, se llama Ne me títere pas y su espectáculo lleva el título de “Lo sainet del senyor rector”, una pieza del siglo XIX adaptada para títeres, que se realizan, y ahí reside su singularidad, en una caravana. Sí, diecinueve espectadores para ver un espectáculo anticlerical, obsceno, divertido y rompedor, realizado con un cariño extremo, que nos hizo dar el último aplauso de forma acalorada y entregado sin condiciones. Tomen nota, es un juguete delicioso.Por el camino se nos quedaron los vallisoletanos de Azar Teatro y una versión de calle, sobre patines, de la ópera “Carmen” titulada “Spanish Blod. Sangría”. La función del domingo a la tarde fue multitudinaria. En el espacio denominado las Artes del Cielo, que pudimos ver en Leioa, asistimos a algunas funciones realmente espectaculares. Y con muchas más imágenes, recuerdos, acuerdos, citas y compromisos dejamos una edición que ha servido de despedida a Llorenç Corbella como director artístico y ha dado paso a una nueva etapa. Una sugerencia clásica: habría que cuidar más los lugares de representación. Otras cosas funcio- nan perfectamente. Pero los espacios se congestionan y no cumplen las condiciones adecuadas para disfrutar de las representaciones. -
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