Disfrutando de principio a fin
El sábado fue un bonito día de celebración en Tolosa, una jornada repleta de actividades que debía de coronarse con un gran concierto popular en la plaza Euskal Herria. Un concierto con muchos atractivos para el público local y que, ciertamente, había creado gran expectación entre los tolosarras. Pero por desgracia, «por una vez», Peio Zabala se equivocó y el sábado amaneció lluvioso y sin muchos visos de mejorar. Y ahí es donde la organización no estuvo a la altura de las circunstancias, porque el remodelado teatro Leidor (precioso, por cierto, aunque con una acústica tan seca como siempre) no fue una alternativa idónea. Porque, si el Leidor tiene un total de 865 localidades y, de esas, muchas las asignamos a los cantantes populares... ¿dónde metemos al público? Yo fui uno de los pocos afortunados que pudo entrar, pero entiendo la frustración de todos aquellos que se quedaron en la puerta y los momentos de tensión que se produjeron. Usabal hubiese sido una opción mejor: menos cercana, menos bonita, pero más popular.
Dejando al margen los asuntos logísticos, lo cierto es que el concierto en sí fue disfrutable desde el principio hasta el final. Todas las piezas eran conocidísimas (“Tirikitrauki”, “Aita semeak”, “Lau teilatu”, etcétera), los arreglos de Enrique Ugarte fueron brillantes y efectivos, con momentos muy hermosos, y además se supo imprimir a la velada una sensación de ir ‘in crescendo’ que logró que el estreno del nuevo “Himno” de Tolosa al final se convirtiera en algo realmente emocionante. Un “Himno”, por cierto, notablemente pegadizo y de buena calidad tanto musical como literaria. Los intérpretes, tanto el orfeón como la orquesta, los cantantes, el director... dieron lo mejor de sí mismos y ese entusiasmo se transmitió al público, que participó activamente dando palmas o cantando. ¡Que fue una iniciativa preciosa, vaya! Pena que muchos tolosarras tuvieran que verla por la tele... -
Mikel CHAMIZO
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