OSASUNA 2
NASTIC 0
IRUÑEA
Osasuna ya conoce lo que es ganar en competición oficial en la presente temporada. Un primer triple muy trabajado, en el que hubo dos partes muy diferenciadas. En la primera, la escuadra navarra fue más efectiva ya se había adelantado nada más pitar el colegiado el inicio del partido pero con un juego muy espeso, mientras que en la segunda mitad aumentó su ritmo, generó ocasiones, aunque el premio final llegó en un error garrafal de Bizzarri.Ziganda obtiene así su primer triunfo oficial desde que se encargó de dirigir la nave rojilla y, a buen seguro, que sus hombres podrán respirar así durante esta semana gracias a un triple que se llevaba resistiendo más de lo esperado.
El transcurso del partido estuvo marcado por el tempranero gol de Webó no anotaba desde el 9 de abril ante el Alavés, el más rápido en lo que va de competición liguera. Un fallo en cadena de la defensa del Nàstic, bastante imprecisa en los primeros instantes del choque, propició que el camerunés empalmara ajustado al poste de Bizzarri.
Mejor no se podían poner las cosas para los de Ziganda, necesitados de la primera victoria oficial para alejar posibles fantasmas. Los rojillos demostraban estar mejor plantados en el terreno de juego, mientras los rivales, noqueados, trataban de recuperarse del tremendo golpe recibido sin haberse cumplido el primer minuto.
Corrales y Delporte volvían a congeniar en la banda izquierda y generaban una bonita jugada entre ambos, a la que acompañó una salida forzada del guardameta argentino que, a punto estuvo de ver perforada su portería por segunda vez en apenas siete minutos, de no ser porque un defensa sacó el tiro colocado del capitán Patxi Puñal, cuando el cancerbero regresaba de manera apresurada a su meta.
Visto lo visto, el encuentro prometía, el electrónico de cara, un rival recién ascendido y, en teoría, un once con muchos jugadores que debían reivindicarse después del papel de sus compañeros en la Copa de la UEFA. Pero, todo se quedó en un espejismo.
El fallo de Cuéllar al ceder defectuosamente a Ricardo en el minuto 12, lo que a punto estuvo de costarle un disgusto a los rojillos si Makukula hubiera estado menos descarado a la hora de tirarse a la piscina, fue el punto de inflexión a la baja de los navarros.
A partir de ahí, el choque entró en un centrocampismo sin sentido y constantes pérdidas de balón, que no trajeron mayor consecuencia negativa para los intereses navarros gracias al romo juego ofensivo de los catalanes, que únicamente inquietaron con las acciones de un individualista Makukula
La dinámica que había tomado el encuentro conforme iba avanzando la primera parte exigía un giro en la actitud y juego rojillos para evitar que la primera victoria liguera se escapara de El Sadar. Así lo debieron entender los pupilos de Ziganda, que salieron bastantemás metidos con la reanudación.
Las bandas entran en juego
Ejemplo de ello fue Delporte que, de pasar prácticamente inadvertido en los primeros cuarenta y cinco minutos, comenzó a hacerse notar por el carril izquierdo, una circunstancia que hasta ese momento el equipo echó en falta, la ausencia de penetraciones por banda.
El francés nutrió de balones, sobre todo a Milosevic, pero el ariete serbio, mucho más activo en la segunda parte, no consiguió materializar alguna clara oportunidad, como la que disfrutó en el 61 cuando remató muy colocado, pero fuera, al poste derecho de Bizzarri.
El nuevo ritmo impuesto por los locales dejaba poco margen de maniobra al Nàstic, pero el raquitismo del marcador acechaba de manera punzante en el subconsciente de la grada. Y a punto estuvo de mascarse la tragedia.Un lapsus de la medular rojillapermitió la salida de balón de Campano, cuya calidad se transformó en un pase preciso y en profundidad a Makukula por una vez no estaba en fuera de juego, que se plantó en un mano a mano ante Ricardo.
Sin embargo, el guardameta madrileño, que parecía llevar varias jornadas menos entonado tras la exhibición de Hamburgo, volvió a sacar su manopla izquierda para evitar una igualada que ya se veía venir de manera irremisible.
Y la máxima del fútbol volvió a materializarse ayer en El Sadar: el que perdona, la paga. De lo que pudo ser un empate cantado, se pasó al 2-0 definitivo. Milosevic, que anduvo buscando el gol con insistencia en acciones individuales y a centros de los carriles, subió la primera diana a su casillero particular, tras cantada monumental de Bizzarri, cuyos compañeros todavía se estarán preguntando qué es lo que quería hacer.