ATHLETIC 1
ATLETICO DE MADRID 4
BILBO
Este Athletic da miedo. Ni está en construcción ni nada por el estilo. No está. Ha desaparecido. ¿Los han abducido? Que venga alguien y nos lo explique. Porque no tiene sentido, no puede ser que tengan un nivel tan bajo. Una cosa es perder y otra lo que ocurrió ayer en San Mamés. Un baño en toda regla que podía haber terminado en una goleada de escándalo si el Atlético aprieta más.Ayer quedo en evidencia que este año también toca sufrir. Hay que ser conscientes de eso y aparcar las declaraciones en clave positiva. Hace falta sacar más garra y agresividad. Han trascurrido tres jornadas, hay tiempo por delante. Pero el equipo está muy verde, demasiado. No hay compenetración entre los jugadores y el ritmo es lento. Casi se puede decir que juegan andando.
¿Quién es el culpable? Cada uno tendrá su opinión. Un sector mayoritario mostró su descontento con el presidente pidiendo su marcha en repetidas ocasiones. Lo único cierto es que esto tiene muy mala pinta. ¿Qué es lo que pasa? No se entiende un desastre como el sucedido. Noventa minutos sin rumbo, sin ideas, sin saber a que se juega. Lo visto ayer en San Mamés es para echarse a llorar.
Salvo Javi Martinez y Garmendia que entraron en la segunda parte, no hay nada rescatable. Aduriz también se esforzó, pero estaba demasiado solo en su pelea con los centrales. ¿Tendrán que ser los jóvenes los que tiren del carro? Con el ambiente enrarecido que se respira en el entorno es una apuesta arriesgada. No hay confianza y algunos piden cortar cabezas.
Al son del baile colchonero
El Atlético se hizo con las riendas del partido desde el principio. Los colchoneros le dieron un pequeño baile a un Athletic incapaz de detener sus acometidas. Sin forzar demasiado la máquina, entre Maxi y Agüero volvieron locos a la zaga rojiblanca. El joven argentino mareó a los centrales rojiblancos con sus regates y aunque no marcó, estuvo a punto. Fue un querer y no poder de los bilbainos. Un ejercicio de impotencia en el que quedó patente la diferencia de calidad entre los dos conjuntos. Sin centro del campo, el único remedio era recurrir a los balones en largo en busca de Urzaiz y Aduriz. Ni con esas. Fueron contadas las veces que los delanteros rojiblancos se impusieron a la defensa madrileña.
El discurso repetido durante la semana en Lezama se quedó en el vestuario. La garra y la agresividad no aparecieron y el juego, mucho menos. Se anunciaba un ritmo alto, pero los acelerones los dieron siempre los zagueros del Athletic detrás de los atacantes rivales. La única ocasión de gol que fabricaron en todo el primer periodo fue un disparo lejano de Yeste con la derecha. Muy poco para un equipo que jugaba en casa y que debía demostrar que lo de Sevilla fue un accidente.
El Atlético, en cambio, dispuso de varias oportunidades y se pudo marchar al descanso con una goleada. Cortaron pronto las ilusiones del Athletic al aprovechar un error en los marcajes tras varios rechaces. Maxi adelantó a su equipo y antes del descanso Petrov le dio la puntilla.
El partido estaba roto y el segundo tiempo mejor si ni lo hubieran jugado. Aunque Javi Martinez consiguió maquillar el resultado con un precioso tanto y Yeste dispuso de un par de ocasiones.
Un desastre difícil de explicar. El Athletic no
funciona. No hay excusas que valgan y las soluciones tienen que llegar lo antes
posible. En ningún momento puso en duda la victoria del Atlético y eso es grave.
No dan sensación de peligro, ni intimidan al contrario. Los colchoneros
disfrutaron de una cómoda victoria sin grandes alardes fuera de casa. Sobrios en
defensa, seguros en el centro del campo y letales en punta. No les hizo falta
mucho más para doblegar a un rival sin norte. ¿Hacia dónde vamos?, ¿qué
queremos? y lo más importante, ¿cómo se soluciona esto? Preguntas sin respuesta.