Muchas gracias a todos:
A 11 de setiembre de 2006, después de llevar 35 días en huelga de hambre, las muestras de solidaridad que estoy recibiendo me sorprenden y emocionan. Sé bien que sólo una parte de ellas es por mi.No puede ser de otra manera: las muestras de solidaridad que hemos recibido ahora, en cierta medida por mi situación, son para todos los presos y represaliados políticos, para todos los que sufrimos la represión por nuestras ideas.
Solidaridad, sí:Contra el inmovilismo de quienes niegan la palabra a Euskal Herria;contra los que han construido de nuevo el delito de opinión;contra quienes aplican el derecho penal de autor característico de los regímenes fascistas (y que repugna a cualquier alumno de primer curso de Derecho);contra los que ponen sobre la mesa dos leyes:una, aplicable para el enemigo y el disidente político, y la otra para el amigo, el corrupto, el ‘galgo’, el neonazi, el financiero, el torturador y el sujeto privilegiado de la razón de Estado.
Algunos amigos llevan más años que yo entre rejas. Otros sufren cáncer u otras enfermedades, como castigo añadido. A otros muchos se les está aplicando la aberración jurídica conocida como ‘doctrina Parot’. Quiero darles a todos ellos un abrazo caluroso:sé que estas muestras de adhesión son para ellos y que esa solidaridad permanecerá en pie mientras haya un solo preso político entre los muros de hierro y hormigón.
Cuatro motivos me han llevado a la dura decisión de emprender esta huelga de hambre indefinida:
Primera: Tengo la firme convicción de que lo que se está haciendo conmigo y, de paso, la jurisprudencia que se instaurará a partir de este caso, como ha ocurrido en los anteriores, además de en mí mismo tendrá influencia sobre la libertad de expresión y sobre el disidente político.
Segunda: Estoy seguro de que al tomar esta decisión no hago daño a nadie. Al contrario, si hay consecuencias beneficiosas, lo serán para todos. Y si son negativas, repercutirán únicamente sobre mí.
Tercera: La necesidad apremiante de levantarse, rebelarse y luchar contra tanta injusticia. La cuestión no es permanecer indiferente o resignado (ni yo sé cuál de las dos es peor). En estos últimos veinte años he sido una clara marioneta mediática, y como tal me han golpeado, insultado y destrozado. Han intoxicado a la gente, a las claras o a escondidas, sobre mi situación personal, académica y política. He sufrido y sufro todo tipo de descalificaciones. La huelga de hambre es el único modo que tengo en la mano para dar un puñetazo simbólico en la mesa y decir ‘basta ya’.
Cuarta:Muy sencilla. Debería estar en la calle desde el 24 de octubre de 2004. En los dos últimos años, la manipulación de los informes carcelarios, el ocultamiento o invalidación de resoluciones judiciales definitivas, la creación de otros obstáculos... todos estos elementos están formando la cadena del ‘todo vale’, la pesada cadena que me impedirá salir de prisión, como tantos responsables políticos y judiciales han declarado a menudo en los medios de comunicación. Y al final, el esperpento:quererme castigar con 96 años de cárcel por dos artículos de opinión, cuando el juez instructor no encontró indicios penales. Exijo salir de la cárcel.
Estas cuatro razones para emprender la huelga de hambre son fáciles de entender. Y la señal de ello es la oleada de muestras de solidaridad. No tienen otra intención, ni otra interpretación.
Yo mismo quiero dar las gracias a todos con mi pequeña aportación, dentro de esa lucha histórica de los presos políticos por nuestros derechos. Al mismo tiempo, prometo que responderé a la situación como es debido, que no fallaré a tantas personas solidarias, y que lo daré todo.
Gora Euskal Herria askatua! Gora Euskal Herria sozialista!
Algeciras, 11 de setiembre de 2006.
Carta enviada a “Berria’’ por Iñaki de Juana Chaos desde la prisión de Algeciras y publicada ayer por ese diario. El original está en euskara.