Jesus Bueno Asin: in memorian
Tenía gracia la cosa. Quien a la mañana era mi jefe en el trabajo, por las tardes se convertía en colega político. Jesús era entonces diputado electo por la Merindad de Sangüesa y yo trabajaba en el Servicio de Arquitectura integrado en su cartera. Por las tardes, sin embargo, éramos colegas que discutíamos, en su despacho o en Agoitz, en el seno de aquellas asambleas de Orhi Mendi en las que participábamos la gran mayoría de las candidaturas de izquierda, abertzales y populares de la Merindad.
La coleguez, por supuesto, no ocultaba diferencias ni debates, que lo cortés no quita lo valiente. Los acuerdos, sin embargo, eran firmes, pues iban avalados por una franca discusión y unos compromisos adoptados democráticamente. ¡Qué tiempos en los que diputados como Jesús rendían cuentas quincenalmente y se sometían a las decisiones adoptadas colectivamente! ¡Qué tiempos en los que el urbanismo de Iruñerria se dis- cutía en reuniones abiertas con los ayuntamientos de la zona y los proyectos de red arterial en asambleas públicas! ¡Qué tiempos en los que Jesús tomaba parte en las luchas contra los proyectos de agresión a Belagua, a Itoitz...!
Del trabajo y la coleguez nació la amistad. Jesús no lo dudó un instante cuando, siendo aún diputado, le pedí el favor de comparecer como testigo en la Audiencia Nacional y aportar su testimonio en el juicio que tuve en aquellos años por un supuesto desacato al entonces delegado de Gobierno en Nafarroa, el nefando Ansoategui. Nunca terminé de agradecérselo lo suficiente.
De todo esto solíamos hablar cuando, después de dejar la Diputación y retirarse un tanto de la vida política directa, nos encontrábamos en la calle. Ya se sabe: «¡Qué!, ¿qué tal andamos? ¡Pues te veo más joven y más guapo que nunca!»; o sea, piropos de esos que nos echamos los que ya vamos entrando en años. Y recordábamos cuatro cosas, contábamos cuatro mentiras y cambiábamos impresiones sobre la situación política y así.
La última vez que le vi fue este mayo pasado, en el acto que organizó en Burlata la Plataforma 18/98. En su intervención desde la mesa se refirió a los años de la transición, diciendo que entonces, frente a quienes optaron, como él, por posturas más posibilistas, tuvieron razón quienes plantearon la ruptura, la cual, en su opinión, seguía siendo del todo necesaria. Y yo pensé que benditos sean los posibilismos honestos, como el suyo de entonces, que resultaron ser de extrema izquierda comparados con la bazofia progresista que hemos conocido con posterioridad en Nafarroa, y la que aún colea.
La semana pasada me enteré de su grave e irreversible enfermedad. Recordé su despacho siempre abierto de diputado, sus rendiciones de cuentas en Agoitz, su declaración en la Audiencia Nacional, sus gafas, su pelo y las últimas bromas que nos hicimos en Burlata. Este lunes me comunicaron su fallecimiento. Poco que añadir a lo dicho. Un beso muy gordo, Jesús, y que te vaya bonito. Que los aires del Roncal te acompañen siempre.
Sabino Cuadra Lasarte - Abogado
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