DONOSTIA
«Una película terrestre, primitiva y de temas prácticos». Así es como define Alejandro González Iñárritu su última película, “Babel”. En una multitudinaria presentación, el director mexicano destacó «la imposibilidad de comunicar amor» que tenemos los seres humanos.
El rodaje que ha durado prácticamente un año y que se ha filmado en tres continentes y en cinco idiomas, se convirtió en un viaje «más que mirado al exterior, enfocado al interior».
Aunque en un comienzo, la principal idea fuera «plantear la diferencia y la fractura en la comunicación de los seres humanos», según los viajes continentales iban avanzando, el planteamiento cambió. Iñárritu consideró que existe una empatía entre todos los seres humanos: el dolor. «Sentí una gran empatía por los personajes, y descubrí que lo que realmente nos une como seres humanos es el dolor». “Babel” narra cuatro historias paralelas, que ocurren en diferentes países del mundo. Todos están relacionados con historias entre padres e hijos.
El largometraje es el último trabajo de la trilogía que comenzó con la película “Amores perros” y que continuó con “21 gramos”. Para el director, esta es la historia «más lineal lineal de todas, y estructuralmente menos complicada».
El director mexicano ha querido transmitir una idea diferente sobre las diversas culturas que existen en el mundo y ha trabajado muy de cerca la inmigración que cada día se hace mayor. Iñárritu no cree que la inmigración sea un problema, sino que es «una naturaleza del hombre». «Pero el problema no acaba ahí; no sólo es necesario tolerar al otro, hay que honrar la diferencia».
Las capacidades y las incapacidades que el ser humano
arrastra desde su naturaleza, son un tema nuclear en su último trabajo. El ser
humano ha perdido su capacidad de “compasión por la cultura o por la especie
humana, donde siempre hay un juicio o un prejuicio o una concepción. Asumimos
cosas y tomamos decisiones en base a los prejuicios, sin tener un sentido
crítico”.
Necesidad de emigrar
Iñárritu cree que para que un artista desarrolle su capacidad es necesario «dejar tu zona de confort, sumergirte en otra cultura y encontrarte y cuestionarte una serie de cosas que están dadas por hecho». El director hoy en día vive en Los Angeles, y ha descrito el país como «una orgía de diversidades culturales».Así, ha destacado «la humanidad» que ha querido reflejar en Brad Pitt, uno de los protagonistas, y dejar a un lado la imagen de «superactor» que se le atribuye al estadounidense. A éste se le unen en el reparto, actores de la talla de Cate Blanchett, Gael García Bernal, Kojo Yakusho y Elle Fanning.
Sin cuestionar en ningún momento los valores éticos, morales y culturales de cada región, Iñárritu ha juntado en un mismo trabajo a cuatro culturas muy diferentes, con prejuicios muy diferentes, pero todos unidos por el dolor.
«Las verdaderas líneas fronterizas están dentro de nosotros, las que nos construímos a lo largo de nuestras vidas, las que nos construyeron nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros gobiernos... y que seguiremos construyendo nosotros».
El Zinemaldi de Donostia arranca con grandes perspectivas cinematográficas.