Jesús Mari Lazkano rinde homenaje a dos de sus mitos
Es conocida la pasión de Jesús Mari Lazkano por la arquitectura. No tanto su admiración por Frank Lloyd Wright y Ludwig Mies van der Rohe. De regreso a la galería Windsor Kulturgintza de Bilbo, el artista guipuzcoano rinde un homenaje a ambos con varios lienzos inspirados en dos conocidas construcciones: la Casa de la Cascada y Farnsworth.
BILBO
Jesús MariLazkano concibe la pintura como «una actividad completa y global, en cuanto a que no se trata sólo de pintar unas imágenes o de construir pequeños o grandes objetos, sino de hacer algo que nos pueda llevar a lugares diferentes». Para sus piezas más recientes ha elegido como motivo dos arquitecturas muy conocidas como son Fallingwater o la Casa de la Cascada, del norteamericano Frank Lloyd Wright, y Farnsworth, del maestro de origen alemán Ludwig Mies van der Rohe. Dos edificios que, a pesar del paso del tiempo, siguen siendo iconos de modernidad «y nos siguen contando cosas. Siguen dando luz y emitiendo ecos permanentes y sutiles, ecos que nos hablan de la pervivencia y relectura de proyectos todavía cargados de nuevos significados», manifiesta el pintor. Los presenta en sus cuadros en relación con el bosque. «Juego con dos elementos como contradictorios: el caos y el orden. Está, por un lado, lo orgánico, lo caótico, aquello que tiene que ver con el tiempo, que va cambiando y, por otro lado, lo estable, lo permanente, lo trazado, la arquitectura». Frank Lloyd Wright y Ludwig Mies van der Rohe son dos de sus mitos, reconoce: «Fueron lo suficientemente visionarios como para presentar nuevas formas que siguen permaneciendo en el tiempo», recalca.
«He construido mis casas» En las reproducciones que ha realizado, Lazkano ha introducido pequeñas modificaciones sobre la Casa de la Cascada y Farnsworth. «Son cambios ligeramente sutiles», afirma.
El creador no conoce las casas. «Quizá lo normal hubiera sido visitarlas y luego trabajar sobre ellas, pero el proceso ha sido al revés comenta. Tenía la sensación de que, si iba a verlas, iba a perder la curiosidad por ellas y no me iba a atrever a manipularlas tanto». Buscó los planos, fotografías del proceso de construcción, imágenes recientes, páginas web y, ya debidamente documentado, tomó su paleta. «Es ahora, cuando tanto sé de ellas, cuando tengo que ir a visitarlas». El artista busca que el espectador que se sitúe frente a sus cuadros necesite tiempo para la contemplación.Reivindica «un tipo de mirada, un tiempo para ver, que es algo que en esta sociedad, a la velocidad a la que habitualmente nos movemos y la forma en que las imágenes pasan por delante de nosotros, es difícil conseguir». Está convencido de que la pintura «es la última manera de acercarnos ciertamente a las cosas. Nos lleva tiempo, nos exige tiempo y atención y, al mismo tiempo, conocimiento histórico de nosotros mismos, de cómo las cosas se pueden seguir viendo a pesar de que sean antiguas», declara. La exposición que fue inaugurada ayer con presencia del autor en la galería Windsor Kulturgintza de Bilbo Juan de Ajuriaguerra, 14 reúne 16 piezas bajo el título ‘‘Ars Imaginis’’. Son cuadros de variado formato. Los lienzos de mayor tamaño miden 130 x 250 centímetros. Estará abierta hasta el 10 de noviembre.
|