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Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-09-25
Josebe Egia
Preguntas desilusionadas

Que existe un techo de cristal por el que las mujeres no llegamos a puestos de toma de decisiones públicas es algo notorio y patente. El discurso del lehendakari en el Pleno de política general terminó de convencerme de que quienes están demasiado tiempo en el poder están fuera de la realidad. Les rodea tanta gente que les hace la pelota, que les cuenta lo que quieren oír ­normalmente para proteger sus propios intereses­, que les ríen las gracias... que llega un momento que no saben donde viven, se vuelven prepotentes y, hasta los más inteligentes, se lo «creen». Se sienten en posesión de «la verdad» y a partir de ese momento ­justo en el que tendrían que dimitir­ es cuando empiezan a decir pavadas o, lo que es peor, a tomar decisiones que afectan a muchas personas sin la más mínima empatía con ellas.

¿Dónde vives, lehendakari? ¿Quién te engaña? ¿De verdad crees que estamos en el país de las maravillas? ¿Escuchas a las personas de la calle a las que das abrazos en los actos públicos? ¿Escuchas a los colectivos desfavorecidos que de vez en cuando ­cada vez menos­ recibes? ¿Escuchaste a la H. M. cuando te contó su trabajo y que representaban a 55 organizaciones político/sindical/sociales que habían suscrito el Acuerdo Democrático de Base, con lo que eso supone de participación social en el proceso? Escuchando tu discurso pensé que no, pero al leerlo me atrevo a asegurar que no.

No creo que Juanjo Ibarretxe sea cínico. No. Creo que sencillamente está con el síndrome de la burbuja de cristal. Creo que la poca gente que le podía decir lo que pasa lo ve tan lejano, tan encumbrado, que ya no se atreve. Le tienen el miedo reverencial que desde tiempos ancestrales se tiene a los poderosos, y él no ha tenido la prudencia que tuvo César de llevar a su lado a alguien que le recordara que no era un dios.

Lehendakari, no nos valen tus palabras, menos ilusión y más hechos. Sí, lo que necesitamos son hechos, y de esos tu Gobierno nos los da todos los díasŠ pero justo en sentido contrario a lo que nos has contado como «logros» sociales en tu discurso.

Todavía no doy crédito a que creas que en tu Gobierno «los responsables políticos tenemos que hacer un mayor esfuerzo, si cabe, para resolver los problemas pendientes y atender a aquellos colectivos y personas que están atravesando dificultades. Cada una de esas personas son las que verdaderamente nos importan...»

¿No te has enterado que con lo que llamáis Renta Básica no se llega al umbral de pobreza? ¿No te has enterado que la gente realmente pobre ­mujeres mayoritariamente­ ni siquiera accede a ella? ¿No sabes que a quien la percibe, a quienes les negáis siquiera el mísero SMI desde ese flamante tripartito, no le llega para vivir dignamente? ¿No te han contado que los impuestos que se recaudan proceden de las y los trabajadores, y que las y los empresarios ­que tanto te gustan­ y las y los profesionales liberales se van de rositas? ¿No sabes que en Sanidad no hacen falta inversiones millonarias sino que lo que faltan son profesionales motivados para atender mejor y más rápido a la gente ésa que tanto te preocupa, la que va a la Sanidad pública? Por casualidad, ¿te has enterado del problema que tienen las mujeres que trabajan en las conserveras, a las que, por cierto, los departa-mentos con capacidad de hacer algo de tu Gobierno no les han dedicado ni un minuto?

¿De verdad crees en la Ley de Igualdad, ésa que proclamaste como la más importante de tu legislatura anterior? ¿Sí? Entonces, ¿porqué no hay reglamentos de desarrollo para lo poco de ella en que tenemos competencias? No te vi ni en Irún ni en Hondarribia, pero sí vimos ­y vivimos­ las decisiones de tus correligionarios de partido a los que, sin duda, podrías «obligarles» a que por lo menos la cumplan.

No te han hecho bien los deberes, lehendakari. No eres quién para «realizar una invitación pública y una propuesta formal a los partidos políticos para que apliquen el principio para la igualdad de mujeres y hombres también en este proceso e incorporen a las mujeres en sus delegaciones oficiales para el diálogo multilateral y en la posterior mesa de partidos», porque ni en tu Gobierno, ni en tu partido se da la paridad. Pero sobre todo, y creo que eso es lo importante, porque no es sólo cuestión de que haya más mujeres, sino de que quienes estén ­hombres y mujeres­ tengan bien puesto el chip de género.

En fin, lehendakari, ¡que no te enteras! Por si acaso, y aunque dudo mucho que me leas, aquí te dejo preguntas ­en ese estilo retórico que a ti tanto te gusta­, aunque las mías sean desilusionadas. -

jegia@gara.net


 
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