El presidente paquistaní, el golpista Pervez Musharraf, pisa con regularidad los despachos de los líderes mundiales. En los últimos días ha compartido mesa y mantel con Bush y Blair, no en vano Pakistán es un socio crucial de EEUUen la llamada «guerra contra el terrorismo», la misma que ha igualado al mandatario paquistaní con sus homólogos de Londres y Washington y ha convertido a Pakistán en un desastre en cuanto a los derechos humanos.Así lo asegura el informe de AI, ‘Los derechos humanos no cuentan en la guerra contra el terror’, de más de cien páginas y presentado ayer en Islamabad. El documento es demoledor y confirma la gran mentira.
«El camino a Guantánamo empieza literalmente en Pakistán», declaró el director general de Investigación de Amnistía Internacional, Claudio Cordone. «Cientos de personas han sido detenidas en operaciones masivas, muchas de ellas han sido vendidas como ‘terroristas’ a Estados Unidos simplemente porque así lo afirmaban sus captores, y varios cientos han sido trasladadas a de Guantánamo, a la base de Bagram o a centros secretos de detención controlados por EEUU».
Según Amnistía, la práctica sistemática de ofrecer recompensas de miles de dólares estadounidenses por presuntos «terroristas» ha facilitado la detención ilegal y la desaparición forzada. «Cazadores de recompensas», entre los que figuran agentes de policía y vecinos del lugar, han denunciado y capturado a individuos de diversas nacionalidades, parece ser que a menudo eligiéndolos al azar, y los han entregado a los estadounidense.
El propio Musharraf indica en un libro de memorias próximo a publicarse que la CIA estadounidense ha pagado a su gobierno «millones de dólares» a cambio de que se le entreguen «unos 300 terroristas».
El informe de AI señala que más del 85% de las personas llevadas el campo de concentración de Guantánamo no fueron detenidas por efectivos estadounidenses sino por miembros de la Alianza del Norte afgana, y su detención tuvo lugar en Pakistán, donde se estaban pagando en ese momento recompensas de hasta 5.000 dólares por cada «terrorista» entregado a Estados Unidos.
Con frecuencia, prosigue el informe, el único motivo para la detención fueron las acusaciones de sus captores, mantenidas a toda costa para obtener la recompensa. Alrededor de 300 personas, anteriormente calificadas de «terroristas» y «asesinos» por el Gobierno estadounidense, ya han salido de Guantánamo en libertad sin cargos, la mayoría a Pakistán o Afganistán.
La investigadora de AI sobre Asia Meridional, Angelika Pathak, indicó que «en Pakistán apenas se conocían las desapariciones forzadas antes de la ‘guerra contra el terror’ dirigida por EEUU. Ahora son un fenómeno creciente, se han extendido más allá de los presuntos terroristas y afectan a nacionalistas baluchis y sindis y también a periodistas».
Por al carácter clandestino de la «guerra contra el terror», es imposible saber con exactitud cuántas desapariciones, detenciones arbitrarias de otra clase y homicidios ilegítimos se han cometido en Pakistán. Aun así, el portavoz del Ejército de Pakistán, el general Shaukat Sultan, dijo en junio de 2006 que desde 2001 se había dado muerte a 500 «terroristas» y se había detenido a más de 1.000.
Un caso documentado de desapariciones: tres mujeres y cinco menores fueron detenidos en julio de 2004 junto al presunto «terrorista» tanzano Ahmed Khalfan Ghailani en la provincia de Punyab. Entre estas personas había, según informes, un bebé y un saudí de 13 años llamado Talha. Más de dos años después, no se sabe nada de la suerte y el paradero de Talha y los demás niños y mujeres. Ahmed Khalfan Ghailani estaba entre las 14 personas transferidos en septiembre de 2006 a Guantánamo desde lugares secretos de detención de la CIA.-
ISLAMABAD