· SECCION OFICIAL (FUERA DE CONCURSO): «El jefe de todo esto», de Lars von Trier
Una comedia tan divertida como «inofensiva» para tomarse un respiro
DONOSTIA
Para evitar que sus empleados le responsabilicen de determinadas decisiones, un empresario se ha inventado un supuesto superior: «el jefe de todo esto». Ahora, sin embargo, quiere vender la empresa, y el comprador exige tratar directamente con ese jefe. Para superar la crisis, el empresario contrata a un actor. Este es el punto de partida de la divertida comedia de Lars von Trier que se proyectó ayer, fuera de concurso, en la Sección Oficial. “El jefe de todo esto” aborda cuestiones como las relaciones laborales o la profesión de actor, y lo hace con expresa vocación de intrascendencia. «Esta es una comedia inofensiva», advierte el narrador ya en la primera escena. No en balde ésta es la película con la que el realizador danés se ha tomado un respiro antes de rematar con “Washing- ton” la trilogía que inició con “Dogville” y continuó con “Manderley”. «‘Washington’ tardará en llegar, ni siquiera será mi próxima película. Siento que ese proyecto aún ha de acercarse a mí, y, mientras, quiero cuidarme un poquito», declaró ayer el propio Lars von Trier en la rueda de prensa que siguió a la proyección. Una rueda de prensa inusual, por cuanto en el Kursaal estaban parte de los actores del filme, pero no el director, que hizo sus declaraciones desde Copenhague por videoconferencia. Su fobia a volar es lo que impidió al director danés acudir a Donostia, pero su ausencia tiene que ver también con su decisión de «dejar atrás las cosas difíciles y dedicarme a lo que realmente me gusta, que son las películas». Una de las «cosas difíciles» a dejar atrás es hablar de sus filmes, algo que realmente le cuesta, tal y como quedó ayer en evidencia. En general, quiere reducir al mínimo toda actividad que no tenga que ver estrictamente con la producción y dirección. Es por eso también que ha optado por volver a proyectos pequeños, como “El jefe de todo esto”, rodado en apenas cinco semanas. De hecho, en principio tenía incluso intención de abordarlo desde los austeros criterios del movimiento DOGMA, que él mismo fundó y a cuenta del cual, por cierto, hace un chiste en el filme. Pero, «como tengo poca paciencia» dijo, ha optado por la automavisión, un método de encuadre por ordenador que permite trabajar sin que haya nadie tras la cámara. «Si hay algo que no puedo controlar al 100%, prefiero no controlarlo en absoluto. En ese sentido, la automavisión es una solución que me ha gustado mucho», aseguró. En cuanto al «mensaje» del filme, insistió en quitarle trascendencia. «Es una comedia que, más que carcajadas, busca que el público se sienta bien». Admitió que el teatro tiene cada vez más peso en sus películas. «Me gustaría cuestionar la idea dominante sobre lo fílmico, que no tiene por qué significar grandes paisajes, animales o un montón de soldados. Creo que el teatro se puede culminar en una película», dijo Aunque visiblemente incómodo a lo largo de la rueda de prensa tampoco la tecnología ayudó del todo, Lars von Trier estuvo amable e incluso ocurrente. «Qué pena que esto se acabe», manifestó con ironía su evidente alivio ante el anuncio de la última pregunta.
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