Maite Soroa
¡Vaya paliza a Garzón!
Lo triste de ser peón al servicio de un poderoso señor es que, además de cumplir la tarea encomendada, no puede el siervo moverse un milímetro sin que el caprichoso señorito le atice un puntapié en las posaderas, que es una de las formas más finas de decir una patada en el culo.Ayer en “El Mundo” le arreaban varias a Garzón, ese juez que tantos servicios ha prestado al Estado y que ahora ve cómo le vapulean quienes en un tiempo lo glorificaron. El editorialista de “El Mundo” empezaba por constatar que «Garzón es el juez español que más ha viajado por el mundo si nos atenemos a los muchos permisos que le ha concedido el CGPJ en esta última década para desplazarse a los lugares más recónditos por todo tipo de causas. Garzón no se puede quejar porque se benefició de marzo de 2005 a junio de 2006 de un permiso remunerado para estudiar en EEUU, lo que obligó al CGPJ a sustituirle en la Audiencia Nacional, donde tenía cientos de causas pendientes». O sea, un vividor y un consentido. Y tampoco se crean que es muy trabajador. Lean, lean:«Garzón se ha ido ahora a Colombia a pesar de que sigue siendo el magistrado de la Audiencia con una agenda más cargada con sumarios tan complejos como el de Fórum, la macroinvestigación sobre el entorno de ETA, el chivatazo a los intermediarios de la banda y muchos casos relacionados con la droga y el terrorismo islámico. A pesar de ello, encuentra ganas y tiempo para ir a Colombia, donde, como en otros países latinoamericanos, cultiva el estrellato». Además, figurón. Y si buscan el por qué de la zurra que le están dando,
lean lo que sigue:«En cuanto aterrice en Madrid, Garzón defendido ahora por
los vocales del CGPJ que cerraron los ojos al vapuleo a Francisco Hernando,
presidente de este órgano, se va a encontrar con una investigación abierta
por la Inspección, que va a examinar su escabroso interrogatorio a los tres
peritos a los que imputó por falsedad. Garzón acostumbra a grabar los
interrogatorios, por lo que el CGPJ debería reclamarle esas cintas que servirán
para poner en evidencia si advirtió de sus derechos a los peritos y en qué
momento lo hizo. No podemos ni siquiera pensar que en el caso de unas
diligencias tan injustificadamente secretas no existan esas grabaciones». Tal
vez recuerde ahora Garzón lo que ya adelantó Napoleón: «Quien sirve al Estado,
sirve a un ingrato». - msoroa@gara.net
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