Escalofriante fue en un primer momento el conocimiento de las torturas sufridas por Nekane Txapartegi y Mikel Egibar; y más lo fue su rememoración en el relato que ambos hicieron ante el tribunal que les juzga en el marco del macro-sumario 18/98. Pero lo desvelado por sus abogados en el inicio del interrogatorio de los «peritos» por parte de los letrados de la defensa supera a todo lo anterior. No sólo desborda toda capacidad de asombro, sino que supera todas las marcas de la desvergüenza, y se constituye en el mejor termómetro posible para medir la situación de la salud democrática del Estado cuyos poderes están juzgando a estos ciudadanos vacos.

Nekane Txapartegi denunció, en unos relatos que tienen para la mayoría de la ciudadanía vasca toda la credibilidad del mundo sea cual sea el recorrido y resultado de su denuncia, graves torturas, vejaciones, y que fue violada por cuatro de sus captores. También fue objeto de similar trato Mikel Egibar. Ambos reconocieron a uno de sus torturadores en el inicio de la fase pericial del juicio que se celebra en la Casa de Campo: el agente G-96339-W, comandante de la Guardia Civil, y que actúa como jefe de los «peritos». ¿Qué nivel de caradura puede tener un policía que enseña su rostro al detenido al que ha ayudado a destrozar? ¿Qué clase de garantías de impunidad se oferta en el Estado español a los policías, para que este guardia civil aparezca no sólo como perito sino como jefe de los peritos ante un tribunal? ¿Qué puede esperar de la justicia española quien ve a un delincuente de semejante nivel ejerciendo de experto imparcial ante el tribunal que le juzga? ¿Cómo puede presumir de democracia un sistema que tiene semejantes tragaderas para con las actuaciones de sus representantes?

Las preguntas se suceden, como pudieran sucederse las respuestas. Pero son demasiado obvias, demasiado crudas. ¡Qué lejos tienen que sentir los acusados en el 18/98 una salida democrática al conflicto a consecuencia del cual están sentados en el banquillo! ¡Qué poca esperanza tendrán las miles de personas que han sufrido malos tratos y tortura a manos policiales cuando ven a sus autores subiendo en el escalafón, portando medallas o declarando en su contra ante un juez!

Es precisamente por todos ellos, y para que el agente G-96330-W reciba algún día el castigo que merece, que hace falta poner un final de paz a este conflicto y un futuro de democracia a este pueblo. -