El bloqueo postal amenaza con impedir que buena parte del medio millón de georgianos que viven en Rusia envíen dinero a sus familias en Goergia, un país empobrecido de 5 millones de habitantes.«No sé de qué va a vivir mi madre si no le mando parte de mi salario», teme Indiira Paratselia, vendedora de lavach (pan georgiano) en un mercado de Moscú y que tiene dificultad de encontrar términos en ruso para mostrar su rabia.
Su hermano, Otari, obrero de construcción de túneles de metro, trata de tranquilizarla y se muestra seguro de encontrar «otra manera de enviar el dinero a su madre si el embargo incluye a los bancos». La Duma (cámara baja de Rusia) debatía ayer mismo esta medida.
Cerca de 350 millones de dólares han sido enviados oficialmente de Rusia a Georgia por emigrantes en 2005, aunque la cifra total, según fuentes de total solvencia, podría ascender a 1.000 millones de dólares.
Vakhtang, capataz de origen georgiano que dirige decenas de obras, no comparte el nerviosismo de sus trabajadores. «Sabemos que hay mil maneras de sortear cualquier ley, sobre todo en Rusia», señala con una sonrisa irónica.
Pero olvida que esto tiene su precio, que hay que sobornar a empleados corruptos o dar un rodeo por países como Azerbaiyán y Armenia para hacerlo llegar a Georgia, algo impensable para los salarios más bajos.
Los georgianos que viven en Rusia se ganan por lo general la vida trabajando como contratados en talleres de la capital, como chóferes de taxis colectivos o como vendedores de flores, frutas o legumbres.
«Estas sanciones de Moscú afectan sobre todo a la gente más humilde», constata David Beritachvili, vicepresidente de la comunidad georgiana en la capital rusa.
Badri Abussenidze acaba de traer a su familia a Moscú y quería visitar estos días a sus hermanos y a su tío en Georgia. «Iré más adelante, cuando todo se arregle. Vivimos en el siglo XXI y existe el derecho internacional. De algo tiene que servir», se muestra confiado.
Nato Karchaca, empleada de la única iglesia ortodoxa georgiana en Moscú, prefiere encomendarse a Dios: «Rezamos todos los días para que esto se arregle. Al fin y al cabo, tenemos la misma religión que los rusos», recuerda.
Amenazas
En Georgia circulan ya denuncias de amenazas recibidas por sus familiares que residen en Rusia. «Mi hermana vive con su familia en Moscú y le han dicho en la calle que se vuelva a Georgia, que allá abajo (sic) Saakachvili (el presidente georgiano) la protegerá», denuncia Kote, un empleado de una ONG que prefiere guardar el anonimato.
«Yo espero un giro bancario de Moscú que no termina de llegar. Los míos debían enviarme 300 dólares (235 euros) y los bancos han rechazado el giro», se muestra inquieto Kote, que gana 110 laris al mes (50 euros) y que reconoce que el presupuesto de su oficina depende ·del dinero de Moscú».
Mientras los diarios en Tbilisi hablan de «nueva guerra fría entre Rusia y Georgia» y del «Acoso de Moscú», las reacciones de la gente van desde el apoyo total a su Gobierno hasta las críticas a ambas partes.
«La posición de Rusia no es correcta. La comunidad internacional nos da la razón. ¿Qué podemos hacer», se pregunta Jatouna Tchekava, propietaria de una tienda de juguetes.
«Siempre es lo mismo: los nuestros toman la decisión correcta y mira cómo reaccionan ellos», coindide Gia Tsintsadze, profesor de matemáticas.
Pero no faltan críticas al Ejecutivo de Saakachvili y a la reacción de Moscú. «Son cosas de políticos. La gente no debería ser siempre la pagana. Rusos y georgianos comparten una historia común y siempre han sido amigos», destaca Maya Sananidze, de profesión médico.
«El bloqueo no puede alargarse mucho. No es justo, no es
correcto, no es lógico», señala Jatouna, cuyo marido murió hace un mes en Mocú
víctima de un ataque cardiaco. -
S. ZOURABICHVILI | Líder opositora georgiana
Ex ministra de Exteriores, Salome Zourabichvili es líder de la oposición georgiana. La ex diplomática y líder de la Vía de Georgia, concedió esta entrevista telefónica desde Tbilisi, donde trabaja en campaña para las elecciones municipales que se celebran hoy en el país.
¿Cómo valora la detención de los presuntos
espías?
Es una muestra natural de afirmación nacional. Rusia tiene que comprender que no puede tratar a un país vecino como en tiempos de la URSS. Pero también hay una parte de manipulación de la situación con fines electorales. El Gobierno, cada vez más impopular, ha optado por el chovinismo y la afirmación excesiva frente a Rusia. Y eso vende.
¿Y la actitud de Rusia?
Los rusos son rusos. No se puede esperar otra cosa de una potencia que tiene sueños neoimperalistas.
¿Cómo cree que evolucionará la
crisis?
Yo creo que la tensión irá disminuyendo lentamente. Pero, al actuar como lo ha hecho, el Gobierno georgiano ha tomado riesgos en su política con Rusia. Se necesita seriedad para llegar a lo que es inevitable, una verdadera política de vecindad con Rusia, basada, sí, en la firmeza pero también en el diálogo.
¿Quién pagará los platos de esta
crisis?
La principales víctimas de esta situación son tanto los georgianos que viven en Rusia como los que residen en su país y que sufren una grave crisis económica y social. No había necesidad de llegar a esto
¿Qué hubiera hecho usted si estuviera al
frente del Gobierno de Georgia?
Se puede perfectamente atrapar a los espías, devolverlos
a la potencia responsable y hacer pasar los mensajes necesarios sin necesidad de
atizar las tensiones con declaraciones que no sirven para nada. -