Los derechos de los presos urgen
Las calles de Donostia acogieron ayer a miles de ciudadanos que exigieron el respeto inmediato de los derechos de los presos y presas políticos vascos, principalmente la excarcelación de los presos y presas enfermos, de quienes han cumplido la condena impuesta, así como la repatriación de todos ellos. La extrema situación, por grave y cruel, de Iñaki de Juana es muestra del ensañamiento de los gobiernos español y francés. Lo son los 26 largos años de encarcelamiento de Jose Mari Sagardui; los 25 de Jon Agirre, que ha visto cómo su enfermedad ha ido agravándose ante la indiferencia de la Administración que dice velar por su salud;la denegación de libertad a Filipe Bidart por el hecho de mantener sus convicciones políticas. Estos cuatro presos representan la realidad sangrante de los más de seiscientos encerrados en ochenta «guantánamos», en palabras de los convocantes, diseminados en los estados francés y español. La amplia respuesta social y sindical contrastó, no obstante, con la escasa presencia de representantes de los partidos políticos, lo cual puso en evidencia que los ausentes no están a la altura de las reclamaciones de la sociedad vasca e incluso de sus propias declaraciones en parlamentos y otros foros. Y resulta llamativa esa agorafobia política tratándose la de ayer una convocatoria abierta, no partidista, de un organismo que reúne a más de cuarenta agentes sociales, sindicales y políticos de diversas tendencias. Los derechos de los presos, los de todas personas, deben ser respetados con alto el fuego o sin él, con mesa de resolución o sin ella. Porque así lo dicta la ley, la propia ley de los gobiernos que los están vulnerando; porque el ataque y acoso a quien está indefenso es la actitud más mezquina; porque a la gran mayoría de la sociedad de Euskal Herria la política actual para con los presos y presas políticos vascos le resulta cada vez más incomprensible. Sin embargo, en esta coyuntura que hace seis meses se calificaba como esperanzadora, la necesidad de terminar con esa vulneración de derechos es perentoria. Lo es, además de por la gravedad a que ha llegado, porque encontrándonos inmersos en un proceso de resolución de un conflicto político una de cuyas consecuencias es precisamente la existencia de presos vascos, la lógica más elemental, incluso la prudencia que tanto menciona el presidente del Gobierno español, dice que comenzar a solucionar ese problema puede dar un empujón a dicho proceso que, por cierto, tan necesitado parece de revulsivos. -
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