Ludger Mees - Vicerrector de Euskara de la UPV/EHU
Carta abierta al presidente Miguel Sanz
Estimado Sr. Sanz: En los últimos años he oído y leído muchas declaraciones suyas en torno al euskara. He seguido también con interés las decisiones que su Gobierno ha venido adoptando en los diferentes ámbitos de la política lingüística en Navarra. Pese a haber sentido en más de una ocasión estupor y perplejidad, pese a no comprender salvo recurriendo a razones derivadas de filias y fobias ideológicas cómo un gobierno puede llegar a tratar con tan poco respeto, por no decir abierto desprecio, a una parte importante de su acervo cultural y a un sector no desdeñable de la sociedad que debe representar, nunca me he pronun- ciado públicamente sobre este tema. Siempre he pensado que usted tiene toda la legitimidad para decir lo que dice y para hacer lo que hace, puesto que son los navarros y las navarras los que en las urnas le han otorgado esta legitimidad, y serán estos navarros y navarras los que se la quitarán, si una mayoría así lo considera. Como no puede ser de otra manera, un ciudadano como yo que reside en la Comunidad Autónoma del País Vasco debe respetar la voluntad mayoritaria de los navarros y callarse, al menos públicamente.Esta situación, empero, ha cambiado radicalmente tras sus recientes manifestaciones en torno a la universidad bilingüe, ya que afectan directamente a la Universidad del País Vasco, a la que, en mi función de Vicerrector de Euskara, tengo el honor de representar. Dejaré de lado otras manifestaciones suyas en una reciente comparecencia ante el Parlamento, como por ejemplo su categórico rechazo de la valoración del euskara como mérito en las concursos públicos para acceder a puestos de trabajo en la administración. Sólo me referiré a las dos afirmaciones que más nos han dolido aquí en la Universidad del País Vasco, y lo hago también como representante de unos 17.000 alum- nos que estudian en euskara varios miles de ellos navarros y navarras de 1.150 docentes que imparten docencia, escriben e investigan en euskara, así como de casi 800 profesionales de administración y servicios que han realizado un esfuerzo para adquirir alguno de los perfiles lingüísticos con el fin de prestar su servicio en euskara. Le contestaré en castellano para que no se sienta discriminado. Todavía podríamos dejar pasar la primera de sus afirmaciones como una salida del paso por parte de un político hábil que se quiere quitar de encima un problema. Una universidad pública bilingüe «sería inviable económicamente». No hay dinero y, por lo tanto, no se puede hacer. Sin embargo, usted debería saber tan bien o mejor que yo que la configuración de los presupuestos públicos obedece a decisiones políticas. En la CAV los responsables políticos y universitarios tomamos en su día la decisión de que debía haber dinero para una universidad pública bilingüe y hemos avanzado mucho en este camino, aunque sí es verdad que no siempre con la velocidad y los recursos que, como responsables de la UPV/EHU, creíamos necesarios. Ahí están los resultados: alrededor de un 70% de todas las asignaturas se ofertan en ambos idiomas; casi un 35 % del alumnado cursa sus estudios en euskara; más de una tercera parte del profesorado es bilingüe; un promedio de 12 a 15 tesis doctorales escritas en euskara al año, etc. Todo esto ha sido caro, pero económicamente es perfectamente «viable» si existe una voluntad política en este sentido. Por lo tanto, no engañe y diga la verdad: «Una universidad pública bilingüe es económicamente inviable porque hemos decidido que así sea». Su segunda afirmación ya no es un mero truco retórico, sino un auténtico insulto a todas las personas que desempeñamos nuestras funciones en la universidad en euskara, tanto en el País Vasco como en Navarra. A su juicio, una universidad pública bilingüe «sería una mala universidad en la que no primaría la investigación y la calidad en la enseñanza, dos principios que deben guiar la actividad de cualquier universidad que busque la excelencia». Es decir, el euskara no es compatible ni con la investigación ni con la enseñanza universitaria en calidad. A la excelencia sólo se puede aspirar en castellano. Evidentemente, un político como usted no debe aportar argumentos, si es que tiene alguno; le basta con repartir estas bofetadas entre los universitarios bilingües vascos y navarros. Eso sí, se le llena la boca evocando la «libertad, igualdad, no exclusión y convivencia» en su política del desarrollo del «vascuence», cuando su aguda vascofobia le está conduciendo a una política de marginación, exclusión y discriminación de todos aquellos que quieren tener la posibilidad de trabajar, estudiar e investigar en euskara. Si usted rebaja el euskara al considerarlo algo así como un pintoresco residuo del folklore, digno de ser encerrado y conmemorado en el museo, flaco favor está haciendo a la «convivencia» de las diferentes sensibilidades culturales que existen tanto en Navarra como en la CAV, y eso en un momento tan esperanzador en el que necesitamos más que nunca puentes de comunicación, respeto mutuo y tolerancia y no la imposición y confrontación que busca usted. Los universitarios que trabajamos en euskara no le haremos el favor de caer en la trampa de la provocación porque sabemos que usted necesita la polarización y radicalización de la sociedad para crecer, tal y como siempre lo ha demostrado la derecha vasca y navarra a lo largo de la historia contemporánea. Al contrario, con esta carta le envío una amable invitación para que algún día nos conceda el placer de visitar nuestra universidad y nos dé la oportunidad de enseñarle que también en euskara es posible realizar docencia e investigación de calidad. Y no se preocupe por el otro problema: le pondré con mucho gusto traducción simultánea, y le aseguro que ni siquiera este gasto provocará que nuestra universidad pública bilingüe sea económicamente inviable. -
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