Trío a la cosa
Aunque no lo parezca, Santi Ibarretxe y Fran Rubio son dos músicos vascos con una sólida formación jazzística. Uno cuenta en su currículum con diez años de estancia y aprendizaje en Dinamarca. El otro con varios premios en festivales de jazz. Sin embargo, una amplia trayectoria prolongada a lo largo de dos décadas, en la que han dado rienda suelta a muy diversas inquietudes, les ha ido alejando de sus intereses iniciales. Sus anteriores proyectos compartidos (“Kathorno”, “Primital”, “Dúo al niño”), sin poder adscribirse ya por completo a la órbita del jazz, suponían originales muestras de una amplia concepción musical. Se combinaba en ellos la enloquecida improvisación que les caracteriza con una interesante labor de composición. Pero el espectáculo que contemplamos el pasado jueves en el club trascendió por completo esa relación y escapó a cualquier definición. Lo que sigue son simples aproximaciones: junto a su característico trabajo de la onomatopeya y la parodia del bel canto, escuchamos desopilantes alardes de filosofía dadaísta y danza repentizada, intentos de tocar las notas que no le gustan a nadie y peticiones del público ignoradas o atendidas; en definitiva, un show sin principio ni fin (cercano en este sentido a alguna actuación memorable de Faemino y Cansado) que parecía estar siempre a punto de naufragar y siempre salía a flote. Más que de un grupo musical, disfrutamos de un dúo cómico, inimitable por momentos, cuyo fuerte reside en la improvisación continua y una cómplice interacción con el público, pero cuya conexión con la música se hizo a menudo demasiado leve, basándose casi exclusivamente en “traviesas” citas fugaces. Echamos de menos, por otro lado, la depurada técnica de Ibarretxe al saxo alto, casi inédito a lo largo de la actuación: otra muestra más de lo imprevisible que resultó este divertido espectáculo en el que la música pasó desapercibida. -
Javier ASPIAZU
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