GALDAKAO
El 12 de setiembre, cuando todos esperaban a Vinokourov o Valverde en la cima de Calar Alto, surgió el maillot naranja de Igor Antón y consiguió un triunfo sonado en la Vuelta. El de Galdakao, de 23 años, se destapó para la mayoría, pero para los que mejor le conocen y han seguido su trayectoria no hizo más que confirmar una progresión que ni mucho menos ha culminado.Casi un mes después, el tiempo parece que no pasado para Antón y todavía disfruta de aquel triunfo. Al mismo tiempo, sabe mantener los pies en el suelo. Las expectativas que han levantado han sido altas y él aboga por ir «paso a paso».
Desde luego, su actitud, siempre apasionada y extrovertida cuando habla de ciclismo, no ha cambiado y nos revela sus inquietudes en Galdakao antes de acudir a Bilbao a pasar una revisión al dentista. El viaje lo va a hacer en autobús pues no tiene automóvil propio, aunque antes de fin de año anhela comprarse un Mini antiguo «pero de los últimos que construyeron en 2000», matiza. Como siempre, sale a relucir su simpatía y un punto de inocencia que contagian entusiasmo.
Antón disfruta al máximo de su victoria en la Vuelta. «Quiero saborear lo que he hecho, porque esto pasa y no vuelve».
Guarda un recuerdo «inolvidable» de su triunfo en Calar Alto. «Aquellas sensaciones no se pagan con dinero y la satisfacción es mayor por la reacción de la afición».
Un estreno que espera que le sirva para «cambiar de chip» y alcanzar «un plus de confianza».«A veces no confió demasiado en mí», aclara.
«Como si no hubiera ganado»
No ha perdido la cabeza y prefiere ir día a día. «No me planteo conseguir algo parecido el año que viene y quiero continuar como si no hubiera ganado nada. No me esperaba ganar una carrera en tan poco tiempo, ni de aquí a dos o tres años». A pesar de su bisoñez, muestra madurez cara al futuro. «Espero no estancarme. Santi Blanco fue una eterna promesa y ahí se quedó».
«Paso a paso», ése es su lema, así que apuesta por asentar sus cualidades como escalador. «Subir siempre se me ha dado bien desde pequeño. Tengo la suerte de tener un don para subir que quizá otros no tienen. Mi punto fuerte es la escalada y, si confirmo eso, luego ya pensaré en mayores pretensiones».
Es cauto a la vez que ambicioso. «No me meto tanta presión. De momento, sé que hasta donde puedo llegar es a ganar etapas de montaña. El tiempo dirá, aunque nunca hay que descartar nada y no hay que conformarse».
Su físico es ideal para la montaña y no tanto para los perfiles llanos y los abanicos o la contarreloj. Lo sabe y trata de mejorar. «El año pasado hacía unas cronos de pena y perdía siete minutos. Este año he dado un paso adelante, aunque nunca seré un contrarrelojista».
En ese proceso de aprendizaje, destaca las enseñanzas de Unai Etxebarria, «porque te dice lo bueno, pero también lo malo, y eso lo valoro mucho».
Otro referente es Laiseka. De hecho, el recuerdo de su victoria en Cerler el año anterior le ayudó «indirectamente» a vencer en Calar Alto y, por otro lado, mantiene vivo el recuerdo de la victoria del getxotarra en Luz Ardiden pues Antón asistió in situ y le ayudó a superar una lesión de espalda. Laiseka,Bettini yPantani son sus ídolos.
La joya por pulir del Euskaltel
Sus cualidades no han pasado desapercibidas en el Euskaltel-Euskadi. Es más, el de Galdakao fue el primero en renovar y tras la Vuelta han mejorado su contrato. «Tuve esa suerte, en abril me dijeron que contaban conmigo y luego han tenido el detalle de mejorarme el contrato».No tiene más que palabras de agradecimiento y elogio hacia Igor González de Galdeano.Preguntado por si le gustaría completar su carrera en el Euskaltel-Euskadi nos sorprende. «Al parecer, el Tour podría salir de Bilbao en 2013, sería un incentivo para que el equipo siguiera y yo estaría encantado. Sería buena señal. ¡Tendría ya 30 años!», exclama.
Que tiene las ideas claras es evidente cuando habla sobre el dopaje. «Se ceban con el ciclismo. ¿Que hay dopaje? Seguro que habrá, pero hasta el punto que nos quieren hacer ver tampoco, y parece que sólo existe aquí. Claro que desanima y hay momentos malos».
«Fortuna» en su trayectoria
Para Antón, el ciclismo es «pasión» su otra gran afición es el monte y le encanta perderse en los Pirineos o los Picos de Europa y así lo ha vivido desde que en 1993 se apuntó a la escuela de ciclismo de Galdakao con nueve años, impulsado por la afición de su padre Enrique. Sus primeras pedaladas las dio en una bicicleta «con el sillín adelantado y unas bielas muy cortas para poder llegar a los pedales porque era muy bajito». La marca era desconocida, Fuji, y de ahí surgió el sobrenombre con el que es conocido cariñosamente.Tras acumular 13 victorias en juveniles a pesar de que en su segundo año no compitió hasta julio por una dolencia en la espalda, el siguiente paso era la categoría amateur y entonces tuvo «la suerte» de recibir la llamada de Xabier Artetxe y elOlarra. «Fue definitivo. Son pasos decisivos porque según cómo los des igual te quedas en el camino. Yo he tenido fortuna».
Con 18 años se encontró en la encrucijada de apostar por la bicicleta o los estudios. «Estuve en duda. Me faltó un pelo para matricularme en ingenieros y al final decidí hacer un módulo de grado superior de mecanizado para poder compaginarlo con la bici. Me vino bien porque soy de los que me amargo y me vuelvo loco cuando las cosas no me salen como quiero».
De nuevo, acertó. Antón acabó con éxito sus estudios y en 2003 terminó las prácticas de troquelador en una empresa.
A partir de 2004 se dedicó por completó a la bici y su primer gran éxito ha llegado antes de lo esperado, tras debutar el año pasado, pero no sorprende por la calidad que atesora.
