Día de la madre, día del padre, día de la mujer trabajadora, día sin coche... Consumimos días a golpe de agenda, acomodamos las frases y discursos, los deseos y las promesas. Esta vez le ha tocado el turno a la pobreza. Esta semana nos han hablado de los Objetivos del Milenio para erradicar la pobreza del mundo, objetivos firmados por los mismos que con sus políticas económicas causan la pobreza, objetivos que no piensan cumplir.
A lo largo de esta semana se ha vuelto a recordar que Africa muere de sida, de miseria y de abandono; que gran parte de América tiene hambre de pan además de justicia, que Asía nutre la nueva esclavitud. Miramos lejos a través del televisor, y damos gracias porque vivimos en Europa, en Euskal Herria, lejos de la pobreza.
Gasteiz, modelo de ciudad, alta renta per capita. Entre las 2 y las 3 de la tarde se van concentrando frente a los mercados de frutas y verduras personas mayores autóctonas y más jóvenes emigrantes, hombres y mujeres que con su carro de la compra van rebuscando entre las cajas lo picado, lo desechado y aprovechable.
Pensiones de viudedad que no alcanzan los 500 euros, jubilaciones que no alcanzan los 800. Las vainas a 4 euros el kilo, los tomates a 2, carne, pescado, el dinero no llega, pero no son pobres. Desviamos la mirada. El informe de pobreza de 2004 del Gobierno Vasco decía que a lo largo del año el 9,9% de la población, 200.000 personas, había estado sin comida proteínica al menos cada dos días.
Una amiga se separó hace dos años, tiene dos hijos, trabaja en el sector hostelero, ocho horas a turnos por 900 euros al mes, paga de alquiler 400 euros, y sigue esforzándose para que nadie note sus apuros; falsa dignidad, apariencia cubierta, porque su madre ha ido a cuidarle los niños y a sumar su pensión. Pero mi amiga no es pobre, sólo ha tenido la mala suerte de ser mujer y encontrarse en un mercado laboral de lo tomas o lo dejas, precarizado, cada día con menos derechos.
Una becaria periodista me decía ¿cuánto es el umbral de pobreza? ¿804 euros al mes? Pues yo gano el Salario Mínimo Interprofesional, que no llega a 700 euros al mes, o sea ¿yo soy pobre? Pues sí, eres licenciada, pero como las pensionistas de viudedad, gran parte de los jubilados, las empleadas de hogar, las trabajadoras a tiempo parcial, una parte importante de trabajadores a tiempo completo, los desempleados, y suma hasta casi 900.000 personas en todo Euskal Herria, tienes ingresos por debajo del umbral de pobreza; pero si quieres no ponemos etiquetas a la realidad, y tú como periodista sabes que lo que no se nombra no existe. Aunque la Unión Europea reconoce que el 15% de su población (para Euskal Herria el porcentaje es de 16,5%) está en riesgo de pobreza después de haber recibido ayudas sociales, y muchos de los nuevos pobres europeos tienen trabajo.
La semana pasada, en la evaluación sobre el Plan Vasco de inserción (2003-2005), el Gobierno Vasco en una autoalabanza exponía ante el Parlamento lo que había subido el presupuesto en Renta Básica (renta que se sitúa muy por debajo del umbral de pobreza). En el informe no se hablaba para nada del número de necesitados. Pero el informe de pobreza del mismo Gobierno para 2004 decía que 45.804 hogares de la Comunidad Autónoma Vasca estaban en situación de pobreza grave o pobreza de mantenimiento, y en la evaluación del Plan se dice que recibieron la Renta Básica 28.889 hogares en dicho año. De lo que se desprende que, según sus propios datos, 17.000 hogares pobres no la recibieron.
Un joven de 35 años de Arrasate, en una charla sobre vivienda, desde el público comentó que desde hacía cinco años había ahorrado su salario íntegro para comprar una vivienda, había conseguido 60.000 euros, mientras asistía a todos los sorteos públicos pero en el mismo periodo en su pueblo las viviendas habían pasado de 120.000 a 225.000 euros, y todavía seguía sin ser agraciado por el bombo. En el Plan de Vivienda del Gobierno Vasco (2002-2005) se comprometieron ha construir 7.300 viviendas de alquiler social y 5.250 sociales en propiedad y se han realizado 4.125 y 3.150 respectivamente. Asimismo, en los sorteos, se deja un cupo para las personas más desfavorecidas y este cupo ha descendido desde 3.021 viviendas en el año 2002 a 1.243 viviendas en el 2005. Se construye para quien puede endeudarse, para quien la banca dicta solvencia, el resto se ignora, pero no son pobres, no están precarizando su existencia.
La riqueza mundial es como los frutos de un árbol, todo lo que uno recoge deja de ser recogido por otro, los beneficios multimillonarios de las empresas se consiguen robando sus frutos al trabajo, pagando menos impuestos (que implican menos gasto social) y robando los recursos naturales a los pueblos del planeta.
Volvemos a decir una frase que llevamos varios años repitiendo: Pongamos límites a la pobreza. Exijamos a las instituciones públicas que cuantifiquen el umbral de pobreza que corresponde a nuestra economía y que ninguna persona de Euskal Herria reciba ingresos por debajo de dicho límite. Disminuir la pobreza en Euskal Herria también es disminuir la pobreza en el mundo, no desviemos la mirada.
Dijo un teólogo de la liberación: «Si le doy pan a un pobre todos me llaman bueno, si le explico al pobre por qué no tiene pan me condenan por revolucionario». -