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«Gracias a que seguí haciéndome controles; si no, yo no estaba aquí»
El Parlamento de Gasteiz acaba de rechazar que la franja de edad para entrar en el programa de detección precoz del cáncer de mama se rebaje a los 45 años, como en Nafarroa. Hoy es el día mundial de esta enfermedad y ayer, en Bilbo, mujeres menores de 45 años que han pasado por este proceso reclamaron a los responsables sanitarios que atiendan su demanda. Estos son sus argumentos.
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Todas ellas son mujeres a las que no sólo les une ser menores de 45 años, sino que todas han pasado por la angustiosa experiencia de un cáncer de mama. Como miles de mujeres más, no entran dentro de la edad oficial a partir de la cual Osakidetza las incluye dentro de su programa de detección precoz. Hace sólo unos días, en el Parlamento de Gasteiz, los grupos de PNV, PSE y EA rechazaban una propuesta para rebajar esa franja hasta esos 45 años, como desde hace años se aplica, por ejemplo, en Nafarroa. Hoy se reivindica en todo el mundo el Día Internacional del Cáncer de Mama. En Hego Euskal Herria se diagnostican cada año en torno a un millar de casos nuevos. Soraya García Caballero tiene 35 años y esta semana hace justo un año que le detectaron un tumor en uno de sus pechos. «Me noté un bulto y como en ese momento había mucha campaña informativa sobre el cáncer de mama, pues sentí miedo. Fui de un lado a otro haciendo pruebas hasta que me lo vieron y en quince días me operaron.Pero aun siendo urgente, me dieron muchas largas. Gracias a que me tocó una buena oncóloga, porque si fuera por el ambulatorio, no estaba aquí», recuerda. Aquel bultito de apenas dos centímetros se lo notó, recuerdo, casi de casualidad. Fue al tumbarse boca abajo un día, pensando que alguno de sus hijos de 3 y 6 años había dejado una canica sobre la cama y se había echado sobre ella. Al tacto era imposible de notar. «Hoy es el día en que voy a revisión y siento rabia e impotencia cuando veo en la consulta el cartelito de atención precoz de cáncer de mama y les pregunto a los médicos que qué significa eso, porque yo no entraba en sus estadísticas. A mí, me pillaron muy a tiempo, pero porque yo me preocupé, no porque me miraran. ¿Acaso tenemos que ir a un médico de pago para que nos miren? ¿Para qué está la Seguridad Social?», protesta. A Itsaso Peña le confirmaron con 36 años lo que ya presentía, debido a su historial familiar. Un cáncer de mama. Hoy, luce espléndida sus 39 años, seguramente con la inestimable ayuda de sus dos niñas de 7 y 4 años. Ayer se pasó por la sede de la Asociación de Cáncer de Mama de Bizkaia, en el número 33 de la bilbaina calle General Egia, para, al igual que otras compañeras, dar testimonio de su vivencia y reivindicar esa rebaja en la edad para acceder a los programas de detección precoz «Con 16 años me encontré un quiste. Durante cinco años me hice mis revisiones en la Seguridad Social y luego me dieron de alta porque no estaba dentro del grupo de riesgo. Pero yo seguía teniendo miedo y seguí con mis controles hasta que me lo detectaron. Era un bulto de milímetros, así que para cuando me lo hubiera notado, en dos años hubiera sido metástasis total. Por eso digo que gracias a que estaba bajo control, porque si no, hoy no estaría aquí». Marisa Irusta, más callada, no puede sino recordar con cierta emoción que cuando le diagnosticaron la enfermedad, aún amamantaba a su bebé, por entonces de sólo dos años. Contaba 35 años y no tenía antecedentes familiares; hoy, con 43, y operada de sus dos pechos, no le importa contar su experiencia. «Me noté un bultito, y como le estaba dando de mamar, me dijeron que podían ser las glándulas mamarias que estarían inflamadas. Pasaron los meses, y como ya me dolía también el otro pecho, me noté un bultito chiquitín y ya en la ecografía me dijeron que tenía cáncer. Fue un palo, pero tienes que tirar para adelante, sobre todo por tu hijo tan chiquitín». Soraya también recuerda que lo primero que pensó «no era en qué va a ser de mí, sino en qué va a ser de mis hijos. Yo no tenía miedo por mí, sino por ellos». A todas ellas la vida les cambió como si de un sopapo se tratara. La palabra cáncer sigue atada a un estigma social difícil de erradicar a pesar del esfuerzo en contarlo a los demás por parte de quienes lo han superado. Como Soraya, Itsaso y Marisa. A ellas y a sus familias la vida les dio un vuelco. Como apuntilla Georgina Sastre, presidente de la asociación vizcaina de cáncer de mama, no es lo mismo que a alguien le detecten un tumor maligno con 65 ó 70 años que con 35 ó 40. «Tienes que asumirlo, sobre todo porque tienes mucha ayuda, pero cuando te lo dicen, quizá piensas que te podía tocar, pero siempre esperas que sea más tarde. Pero si de repente, a los 36 años te dicen que tienes cáncer, se te cae el mundo encima, máxime cuando tienes unas niñas en casa. Por mucho que te digan que irá bien, es una incógnita», asume Itsaso. Sus compañeras coinciden con ella en que una se topa con esta enfermedad casi a mitad de la vida. «Si tienes 60 ó 70 años, bueno, puedes tener por delante diez, quince años más. Pero con 35, con 40 años, te queda todavía mucho», vuelve a resumir el pensamiento de sus compañeras. A esas edades tempranas, la mirada hacia los hijos, incluso hacia la propia pareja, se tambalea. «El mero hecho de la relación sexual con tu compañero, que no sabe si tocarte ese pecho o no, cómo te sentirás tú o cómo se lo toma él. Es difícil para todos y obliga a aprender a convivir con ello a todos», pone sobre la mesa Georgina. Pero como en tantas y tantas enfermedades difíciles de asumir y convivir, muchos de quienes las padecen sacan también lo mejor de sí mismos. «Aprendes valores que nunca hubieras imaginado que estuvieran allí», reconocen. Son jóvenes y saben lo que es el cáncer de mama. Como ellas, aseguran desde la asociación vizcaina de afectadas, a cada vez más mujeres se les detecta esta enfermedad a edades más tempranas. Las estadísticas de las administraciones sanitarias hablan de uno de cada cinco casos por debajo de los 50 años. En esta agrupación, a casi la mitad del millar de personas socias le fue diagnosticado con menos de esa edad. Por eso son conscientes de que hoy, mañana, pasado, nuevas mujeres que rondan los treinta o los cuarenta vivirán en la consulta de Oncología la misma angustia que ellas vivieron. Y también se les caerá el mundo encima. Para ésas, personas como Soraya, Itsaso, Marisa y otras muchas tienen también un mensaje en positivo. «Comienzas a ver la vida de otra manera, comienzas a apreciar muchas más cosas, comienzas a saber quién te quiere de verdad... Lo positivo de esta experiencia es la lección tremenda que te da la vida y todo eso ayuda mucho a salir adelante. Y muchas veces ves que la que está dando ánimos a tu familia y a tus amigos eres tú», detalla Soraya. Y que no están solas. «Yo vine aquí pensando que iba a ser la única, y te das cuenta de que no es así», afirma, mientras sus compañeras asienten sus palabras. Ahí, en la asociación vizcaina, están muchas mujeres como ellas, abanderadas por una Georgina Sastre que actúa como una gran matriarca. Lleva veinte años operada, después de que con 44 le diagnosticaran el mal. Hoy, recuerda que si reclaman que la edad para entrar en el plan de detección precoz sea rebajada «no es por nosotras, sino por las que vengan». Por todas ésas a las que, como denunciaron ayer estas mujeres, la Sanidad pública las obliga a acudir a la medicina privada para aliviar sus temores y abonar cientos de euros por una mamografía y una consulta que les saquen de dudas. «Y eso, todas no se lo pueden permitir», concluye. -
GASTEIZ
«Vayan a las salas de espera de Oncología»
Carta abierta a los parlamentarios
Me llamo Montse y tenía 42 años cuando me diagnosticaron un cáncer de mama. Como miles de mujeres no entro en la edad oficial del programa de detección precoz de Osakidetza; según Sanidad no hay la suficiente incidencia para incluirnos. Pero lo cierto es que por más que nos quieran ignorar, existimos, con una incidencia cada vez mayor, reconocida por todos los estamentos implicados en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama. Lo sucedido recientemente en el Parlamento vasco con la propuesta no de ley debatida, y no aprobada, echa un verdadero jarro de agua fría a nuestras esperanzas e ilusiones de que un día se dieran cuenta de la necesidad de rebajar la edad de las mamografías, necesidad solicitada, pedida y reivindicada siempre desde esta asociación. Pienso desde el desconocimiento total y absoluto del complejo mundo de las finanzas y presupuestos, que somos muchas las personas que asistimos, perplejas e impotentes, ante esta falta de sensibilidad y compromiso. No somos nosotras solas quienes demandamos que se rebajen las edades para acceder a las revisiones a los 45 años, sino que diferentes comunidades ya lo tienen programado, y también gine- cólogos, radiólogos e investigadores, que son los que mejor saben que la medicina que mejor funciona es el diagnóstico precoz. Pienso y me hago la pregunta, ¿cuántas personas jóvenes, según el criterio de quienes pueden hacer algo, han de padecer este cáncer para que consideren oportuno rebajar la edad? Pregunto, ¿es más caro hacer una mamografía asintomática o tratar un cáncer de mama detectado por síntomas en un estadio avanzado? En ese momento el tratamiento integral del paciente supone muchos millones de euros, pero lo duro, lo cruel es que ese tratamiento demasiadas veces no llega a tiempo. No puedo dejar de sentirme dolida e incapaz de comprender el trato que le han dado los distintos partidos políticos a la propuesta en el Parlamento vasco de la necesidad de rebajar la edad de las mamografías, me pregunto si nuestros representantes políticos, hombres y mujeres que han votado en contra, después de esto pueden dormir tranquilos. Leo en la prensa que «no hay base científica que lo justifique». Señorías, vayan algún día a una de las salas donde se hacen los tratamientos de quimio y radio, vayan a las salas de espera de Oncología mientras esas mujeres esperan los resultados, allí encontrarán la base real, las mujeres y hombres que la están tomando. Y hablen con las afectadas que están luchando por su vida, les advierto que se encontrarán personas de todas las edades. Allí, delante de ellas, díganles que «no es oportuno sacar ahora este tema», que «hace falta hacer muchos estudios y adaptaciones», «que no existe el problema porque los científicos no lo consideran». No es comprensible que hayan sido las mujeres de los distintos partidos las utilizadas para dar la cara, tratando de justificar algo que va contra las mujeres y también contra la opinión de muchos profesionales implicados en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama. Incluso la propia Organización Mundial de la Salud recomienda comenzar a partir de los 45 años. Tener cáncer de mama supone un riesgo a cualquier edad, pero a veces cuando ésta es menor todo parece ir demasiado lejos y rápido; sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor y ver o sentir las ausencias, de aquí la importancia del diagnóstico precoz porque, a tiempo, hay tratamiento y el coste personal físico y emocional es menor. - 19 de octubre de 2006 Montse CORRALES (Miembro de ACAMBI)
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