DONOSTIA
El Pentágono reconoció la muerte en las últimas horas de diez soldados estadounidenses en ataques de la resistencia iraquí, lo que eleva a 69 el balance oficial de bajas militares mortales estadounidenses en las escasas tres semanas de octubre.Con este balance parcial abrumador, y en espera de que concluya el mes y el «peligroso» período del Ramadan, EEUU suma ya 2.782 soldados muertos desde que comenzó su invasión de Irak, en marzo de 2003. Los heridos se cuentan por decenas de miles.
EEUU mantiene desplegados a día de hoy a 140.000 soldados, de ellos 120.000 encuadrados en 15 brigadas de combate de infantería. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Peter Schoomaker, anunció el pasado 12 de octubre que el Pentágono mantendrá su actual contingente militar en el país ocupado como mínimo hasta 2010. Todo ello sin olvidar a las decenas de miles de mercenarios contratados por EEUU para diversas labores logísticas en Irak.
En vísperas de las elecciones de medio mandato en EEUU, la cuestión iraquí está en el centro de las preocupaciones de los estadounidenses, como revelan las recientes encuestas.
En este contexto, aumentan las filtraciones en la prensa sobre las conclusiones del informe que prepara una comisión bipartidista formada por ex altos cargos estadounidenses, tanto republicanos como demócratas sobre posibles alternativas a la actual situación.
El presidente de la comisión, el ex secretario de Estado James Baker, la describió recientemente como «caótica».
Quien fuera jefe de Gabinete bajo la Presidencia de Ronald Reagan y secretario del Tesoro, ya ha anticipado que «probablemente habrá cosas en nuestro informe que pueden no gustar a la Administración» Bush.
Negociar con Siria e Irán
El propio Baker confirmó varias filtraciones al mostrarse a favor de implicar a Irán y a Siria en la cuestión iraquí. «Creo en hablar con tus enemigos. Ni los sirios ni los iraníes quieren un Irak caótico», recordó.La negociación con estos dos «miembros del eje del mal» al decir de Bush no es el único elemento novedoso de las alternativas que planteará el informe, que se hará público en enero, con los resultados de los comicios de noviembre ya digeridos. Los expertos evalúan la posibilidad de una retirada gradual combinada con un repliegue de tropas fuera de Irak pero listas para intervenir «en caso de emergencia».
También está sobre la mesa el periódico proyecto de «incrementar los esfuerzos para integrar a los insurgentes en el proceso político».
Adiós a la «democratización»
La BBC informó de una cuarta alternativa, que consistiría en la concentración de todos los esfuerzos en la estabilización del país, dejando a un lado el objetivo de «exportar la democracia a Irak».Una alternativa esta última que obligaría a Bush a girar otra vez en su discurso y a buscar una nueva excusa para la ocupación. Al principio fueron las inexistentes armas de destrucción masiva, luego fue el derrocamiento de Saddam Hussein, luego la «libertad y la democracia en Irak». Bien es cierto que en los últimos tiempos el inquilino de la Casa Blanca pone el acento en la necesidad de reforzar la seguridad de EEUU luchando contra el islamismo armado en Irak, un islamismo que es sólo una parte de la resistencia y que, en todo caso, el propio Bush alimentó con la invasión del país.
Un discurso y una tozudez de la que se comienzan a distanciar influyentes figuras republicanas como los senadores Chuck Hagel y John Warner.
Hagel advirtió recientemente en la cadena CNN que «el pueblo estadounidense no seguirá apoyando una política que coloca a los soldados en medio de una guerra civil».
Warner, presidente del Comité de Asuntos Armados del Senado, confirmó a su regreso de una visita a Irak que el país «va a la deriva».
El problema, en el que coinciden tanto republicanos como demócratas, reside en buscar una solución que afecte lo menos posible al prestigio militar de EEUU.
BAGDAD
El Ejército estadounidense se vio obligado a dejar en libertad a un dirigente local del movimiento chiíta Al-Sadr, detenido la víspera, a instancias del primer ministro, Nuri al-Maliki.
Al-Maliki se entrevistó ayer con el joven Moqtada al-Sadr, coincidiendo con una manifestación de miles de personas en Bagdad que exigían la puesta en libertad del jeque Mazen Saidi, líder del movimiento en una zona de la capital, y que se convirtió en una marcha contra la ocupación estadounidense. EEUU y el movimiento Al-Sadr libran desde la ocupación una dura pugna, soterrada las más de las veces, y que esporádicamente explota en enfrentamientos.
Washington no duda en propagar la tesis que responsabiliza en exclusiva al movimiento chiíta de la violencia sectaria en el Irak ocupado.
La impotencia ocupante es visible día a día a tenor de los ataques y atentados de una cada vez más osada resistencia.
Al menos veinte iraquíes murieron ayer en diversos ataques, entre ellos el jefe de los servicios secretos colaboracionistas en la provincia de Maisun, en el sur del país.
