Las piedras de la muralla guardan el mejor secreto de la ciudad de Gasteiz
Cuando creemos que la historia está descubierta, datada y escrita, un buen día un hallazgo echa por tierra las conclusiones y provoca un aluvión de preguntas. Así ha sucedido en Gasteiz, donde se daba por hecho que su antigua muralla había sido obra de Sancho El Sabio en 1181. Sin embargo, posteriores investigaciones, han demostrado que es 100 años anterior. Hoy parte de ésta se ha recuperado y está abierta al público. Sólo es uno de los muchos pasos por dar.
Las recién inauguradas visitas al primer tramo recuperado de la antigua muralla de Gasteiz despiertan el interés tanto de vecinos de la ciudad como de los turistas que se acercan a ella y visitan las obras de la Catedral de Santa María. Y no es para menos si se tiene en cuenta que los trabajos en el antiguo templo gótico llevaron a descubrir que la muralla medieval que rodeó la aldea de Gasteiz en su día no fue obra de Sancho El Sabio, tal y como se había constatado hasta 2001, sino que resultaba ser 100 años anterior. Habría que reescribir la historia. Se abrían un sinfín de dudas. La idea de que es una muralla fundacional queda totalmente descartada desde aquellas investigaciones pero es entonces cuando surgen las preguntas sin respuestas. ¿Quién crea esta muralla?, ¿Por qué? o ¿A qué puede temer? son sólo algunas de las cuestiones que quedan en el aire por el momento.
Reconstruyendo pasajes
Las visitas guiadas que parten desde la Catedral Santa María, contextualizan la época en la vivía la aldea de Gasteiz cuando fueron creadas las murallas. Y antes de partir del templo camino hacia la primera muestra de recuperación de muralla junto al Palacio Eskoriatza Esquibel, el guía e historiador Unai Gartzia realiza un cálculo de números que invitan a la reflexión. «La aldea de Gastehiz pagaba, según figura en la Reja de San Millán, que data de 1025, un total de tres rejas al monasterio. Por cada 10 familias una reja, y cada familia podría constar de entre cinco o diez miembros, por lo que se puede deducir que a principios del siglo XI Gastehiz era habitada por 300 vecinos. ¿Cómo puede ser que una aldea tan pequeña construyera una muralla?», cuestiona. Las murallas tenían un gran carácter simbólico en las villas medievales. Además de su uso defensivo en este caso la de Gasteiz tiene una altura de entre 5 y 6 metros, y un grosor de 1,60 metros, estos muros responden a características jurídicas y económicas de la ciudad. «La ciudad quedaba organizada o dividida económicamente por las murallas, ya que acceder a su interior suponía un pago apunta. Los habitantes que residían en ella eran propietarios de ciertos derechos. La construcción de una muralla era el reflejo del esfuerzo humano y los avances tecnológicos de la ciudad». Dejamos atrás la plaza de Santa María para subir un tramo de la calle Fray Zacarías y topar con el Palacio Eskoriatza-Esquibel. Este edificio que data del siglo XVI está integrado en la muralla y ésta a su vez luce por su parte delantera la restauración que llevó a cabo Emilio Apraiz hace 50 años. «Unos retoques algo románticos e idealistas que para nada se corresponden con la realidad, sino que seguían cuestiones estéticas», reseña el guía. Y señala que las saeteras están colocadas del revés, el torreón está claramente estrechado si se divisa desde la plaza, o la puerta del Cantón de las Carnicerías, una de las antiguas entradas a la aldea, dibuja un arco gótico con un rastrillo que nada tiene que ver con el de medio punto que respondía a la realidad. Al primer tramo recuperado de la antigua muralla de principios del siglo XI se accede entre las traseras de la calle Correría y el Cantón de las carnicerías. Una pasarela lleva a visualizar la hasta ahora cara oculta del muro. Sus piedras como las cicatrices en un cuerpo humano, hablan de lo que el tiempo ha dejado en ellas. Una serie de agujeros perfilados en las piedras, que llevan por nombre mechinales, recrean, en la imaginación del visitante, las vigas de los diferentes espacios en los que se dividía el matadero porcino que allí se situaba, junto a los otros dos mataderos de ganado ovino y vacuno. A los pies del primer tramo recuperado de muralla queda la primera plaza de abastos. -
GASTEIZ
La primera plaza de abastos
El espacio habilitado tras la recuperación del primer tramo de la antigua muralla de Gasteiz, entre la trasera de la calle Correría y el cantón de las Carnicerías, ha dejado a la luz la que fuera la primera plaza de abastos de la capital arabarra. La estructura de uno de los mataderos ha sido reconstruida sobre parte de sus ruinas y en ellas se aprecian el chamuscadero y los desangraderos. Más de una vez la sangre corría cantón abajo cuando los albañares (antiguas alcantarillas) quedaban obstruidos por la suciedad y las heces del mercado y las casas contiguas, respectivamente. En este mismo espacio convergían los mataderos de cerdos, vacas y ovejas, junto con los puestos de las “fresqueras”. La prensa del siglo XIX recoge que un contrafuerte de la muralla cedió debido a una gran nevada y mató a dos de las vendedoras del mercado, «a la Trini y a la Modesta», concretamente. Todo un ejemplo de que Gasteiz era un pañuelo.
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