GASTEIZ
«Este es el día a día del pastor, no nos equivoquemos. Esta es la realidad, lo que hace el lobo día a día», denunciaba enérgico uno de los participantes en la protesta que ayer, a mediodía, llevó a cabo un nutrido grupo de ganaderos alaveses a las mismas puertas de la sede de la Diputación de Araba. Y lo hacía este pastor mientras mostraba el resultado de uno de los últimos ataques de este depredador: los cadáveres de dos ovejas muertas y las heridas aún visibles en alguna otra. «Lobo en expansión, pastores en extinción», rezaban las camisetas que portaban algunos.Su última denuncia pública fue hace unas semanas, con motivo del Artzai Eguna en la localidad alavesa de Amurrio, a la faldas de Sierra Salbada. Allí, decenas de pastores se manifestaron para denunciar los daños que el lobo causa en sus rebaños. Precisamente, en este paraje, en Kobata, volvió a atacar hace sólo unos días. El miércoles pasado lo hizo en las cercanías de la Cruz del Gorbeia, donde dejó un saldo de tres ovejas muertas, siete heridas y el rebaño, de Etxaguen, desperdigado. Al día siguiente sucedió en Murua, una cabra; luego en Abornikano. El último suceso, este lunes. «Fue en Zuatzu Kuartango, pero no en la sierra, sino abajo, en las campas, entre los caseríos», explicó indignado Félix Ajuria, vicepresidente del sindicato agroganadero UAGA, convocante de la protesta.
Un acto, que atrajo la mirada de numerosos viandantes curiosos, que pretendía ser una llamada de atención a la ciudadanía alavesa, una acusación directa a quienes defienden la presencia y protección del lobo en los montes vascos criticaron duramente a los firmantes del artículo publicado en el último número de la revista ‘‘Sustrai’’, que reflejaba este diario el domingo y demandaron de la Diputación foral la aplicación de medidas que, aseguran, no se están tomando. «No nos basta ya con órdenes forales, queremos que nos enseñen los resultados de las medidas que contemplan esas órdenes», insistió Ajuria.
La protesta de ayer se convocó media hora antes de que se reuniera, como cada martes, el Consejo de Diputados, a quien responsabilizaron de lo que ocurra a los rebaños a partir de ahora. Y es que, como advirtieron, «aunque se paguen ayudas por las ovejas muertas, no hay forma económica de cubrir el día a día». Un día a día que, según manifestaron, «nos hace estar arriba y abajo, en la sierra y en las praderas».
En este sentido, se defendieron de quienes argumentan que con esas ayudas por pérdidas de ganado se soluciona el problema: «Esto es tanto como suponer que el problema de los accidentes de tráfico se soluciona con las indemnizaciones que pagan las compañías».
Igualmente, respondieron a quienes defienden que para evitar los ataques, los pastores vigilen el ganado también en la sierra «como antiguamente». A ello responden que «parece que la sociedad del ocio de la que presumimos sólo debe ser para algunas personas y desde luego en ningún caso de los ganaderos que deben sacrificar su vida, sin vacaciones, sin un rato de esparcimiento, para mantener los ‘recursos turísticos’».
Desde UAGA se muestran tajantes con las administraciones: «Si estorbamos para que pasen los lobos, que nos lo digan. ¿Quieren que desaparezca el pastoreo?», preguntaron al Gobierno y a la Diputación.
Por su parte, el director foral de Medio Ambiente, Yagoba Gómez, aseguró poco después de esta protesta que tiene «constancia» de que hay ganaderos que están cazando lobos de forma «ilegal», ya que existen «evidencias objetivas» de esta práctica al haberse localizado cebaderos y puestos de espera al margen de la ley. Por eso, advirtió a quienes se concentraron frente a la Diputación que su departamento no va a permitir que «hagan la guerra por su cuenta».
«Cuatro ovejas metidas en un cierre de doce metros cuadrados y, a cincuenta metros, un puesto ideal para poder disparar al lobo... blanco y en botella», denunció. Gómez también rechazó las acusaciones del sindicato UAGA sobre la inoperancia de la Diputación, aunque reconoció la «dificultad» de equilibrar pastoreo y preservación del lobo.