Raimundo Fitero
Ocupación
Ayer decía este periódico que una televisión chií había sido asaltada por las fuerzas de ocupación en Irak. En otro periódico leo que la Conferencia Episcopal va a lanzar una cadena de televisión de cobertura estatal. Tiene alguna emisora en algunos puntos, tiene en las televisiones institucionales de titularidad pública sus cuñas gratis total y tiene unas cuantas cadenas radiofónicas que se han convertido en la avanzadilla del falangismo actual. Por otro lado, en otro periódico, la foto de primera era una espectacular editorial sobre la actuación de la Guardia Civil a instancias del Tribunal Supremo de España para hacer, según dicen, un inventario de las herrikos. O sea, nos mandan contables y auxiliares administrativos en tanquetas. Con todas estas noticias, imágenes, rumores, controles aéreos, caídas de la comunicación inalámbrica, y alteración humoral debido a resultados deportivos de dudosa fidelidad, uno decide adentrarse en los caminos catódicos del apaga y vámonos. Es decir uno se deja sobar por los policías científicos que cada vez parecen más unos filósofos de tocador que buscan en un pelo o en un fluido sedimentado la distancia existente entre un sospechoso y un adicto. Aunque uno tiene una fragmentación memorística que le duele, porque pensando en el vestuario de los policías, me llegan imágenes de la “Habitación 623” que parece en ocasiones el camarote de la señorita Pepis donde recibe Olga Viza en La Sexta. Una propuesta que debería interesar más de lo que interesa, pues es una manera de retratar a un personaje desde el exterior, para después compararlo con su propia apreciación de sí mismo. Una especie de retrato chino, pero muy suave. Hemos visto a Pablo Carbonell o a Antonio Gala. Personalidades muy sugerentes para la fragmentación, la conversación y la lo imprevisible. Y así, pensando en este espacio televisivo de entrevistas, una versión de “Esta es su vida” posmoderna, nos vamos cauterizando de la ocupación del alma y el cuerpo por los espíritus del talante. Una manera de evadirnos y pensar que el camino será largo, pero que si uno no quiere no hay pelea. Ni paz. Ni coito. -
|