Fco. Javier Meabe - Secretariado Social Justicia y Paz
¿Qué es lo que está pasando?
Es la pregunta que todos nos hacemos. No puede extrañarnos. Se nos dijo ya desde el primer momento de su puesta en marcha, que el proceso de pacificación sería largo, oscuro y difícil. Y así es. En este momento, pasados ya siete meses desde el anuncio hecho por ETA y cinco desde que el presidente del Gobierno comunicó su voluntad de negociar, nos planteamos una cuestión fundamental ¿existe una voluntad sincera de recorrer el camino de la pacificación?
Como podíamos imaginarnos, las imputaciones mutuas vienen de uno y otro lado. Se habla también de pactos y acuerdos incumplidos. El Gobierno «no mueve ficha» y no da pasos hacia adelante en la línea en que debería haberlo hecho, especialmente en relación con la política carcelaria a seguir con los presos de ETA. Siguen dándose acciones policiales y reactivándose procesos judiciales que parecían olvidados contra presuntos miembros o cercanos a ETA. Este hecho es interpretado como una dificultad objetiva y añadida para con el proceso de paz. Por el contrario se dice que la mesa de partidos no se pone en marcha por culpa de Batasuna. La kale borroka sigue haciéndose presente en contra de lo que debería ser condición necesaria para negociar. Batasuna no da los pasos necesarios para su legitimación, requisito previo para su incorporación a la mesa, que sin su presencia no podría ser eficaz. Finalmente, hace unos días, se llevaba a cabo el robo de 350 pistolas, presumiblemente por ETA en las cercanías de Nimes.
Es cierto que ETA había reiterado que actuaría en función de la propia interpretación sobre el desarrollo del proceso, pero no es menos cierta también la afirmación de la misma organización armada de que debían ser los ciudadanos vascos los que libre y democráticamente habrían de decidir el nuevo marco jurídico-político que creye- sen conveniente.
Todo esto sucede muy poco antes de que el Parlamento Europeo tomara posición por el apoyo a favor del proceso de pacificación. Batasuna muestra su irritación, porque sin afirmar ni negar la implicación de ETA en la acción de Nimes se plantee de parte del Gobierno de Zapatero la posibilidad de tomar decisiones que puedan tener «serias consecuencias», se supone que en la marcha del proceso de pacificación. Sin que se pueda dejar de lado la satisfacción de una parte importante de la oposición política al PSOE por el fracaso que supondría la aceptación misma de la vía de la negociación.
Es posible que todos estos hechos sean algunas de las causas que predecían que el camino del proceso sería largo, oscuro y difícil. Si ello fuese así, habría que decir que, a pesar de la dificultad de integrar todos estos hechos en el proceso de pacificación iniciado, la voluntad de seguir adelante es firme en quienes han estado implicados en él hasta ahora, que sería lo que la mayor parte de la población vasca y también del Estado español querría en estos momentos. Desde este punto de vista es necesario que los políticos sean conscientes de que su misión ha de ser la de realizar lo que quiere la gran mayoría del pueblo, que no es otra cosa que el logro de la paz. Ese ha de ser el objetivo a lograr, dejando de lado otros intereses partidistas propios que obstaculicen e impidan alcanzarla. La incertidumbre o desorientación que en estos momentos parece existir no debe convertirse en una irreparable «frustración».
No son vacías estas palabras, aunque se repitan una y otra vez. La racionalidad política que ha de conducir a la consecución del objetivo de la paz ha de prevalecer sobre la supuesta racionalidad de una estrategia de enfrentamiento de poderes y la conquista de éstos a cualquier precio, sin ignorar la posibilidad o el riesgo de una ruptura que hiciera imposible la confianza y la lealtad necesaria para negociar la paz. La victoria del más «poderoso» en la estrategia de enfrentamiento no podría menos de provocar el sentimiento de una «sumisión impuesta» que favorecería muy poco al desarrollo de una posterior convivencia pacificada. Es la inmensa mayoría de este pueblo la que exige el cese de la violencia en todas sus formas, el cese de la tutela antidemocrática de cualquier índole, así como la renuncia a posturas cerradas y condiciones inamovibles. En este camino, no faltará nuestro inquebrantable apoyo, por pequeño que sea. -
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