Escribir todos los días de cosas serias y en apariencia trascendentales resulta un ejercicio cansino y casi, diría, agotador. Por eso se hace necesario, a veces, un recreo en cosas insustanciales, de escasa relevancia, que tal vez no merezcan la atención del público pero que sirven para pasar el rato.

Ayer conocimos la última reflexión de Batzarre. Y quien conozca la trayectoria de la formación, sus orígenes y desarrollo, quien se haya maravillado en la contemplación de los giros copernicanos de sus estrategias, quien sepa de su fobia al abertzalismo, su filia al españolismo y, sobre todo, quien entienda el fondo de resentimiento que dirige buena parte de sus conductas, puede extrañarse de la presencia de esa formación en Nafarroa Bai junto a Aralar, EA y PNV. En realidad no es tan difícil de comprender: alguna plataforma les hará falta para sobrevivir y algún mérito tendrán que hacer en la doma y contención de los nacionalistas para terminar siendo aceptados en la casa común de Puras y Chivite. Al final llegarán, ya lo verán.

En esa última reflexión Batzarre expone tres ejes de actuación. En primerísimo lugar ­¡cómo no!­ exige autocrítica al nacionalismo vasco y a la izquierda radical por su «corresponsabilidad en el fenómeno de ETA», como si desde 1959 hasta hoy mismo no fuera responsabilidad única de quien en nombre de esa España que tanto gusta a algunos patricios intitulados de izquierda niegan el derecho básico de Euskal Herria a ser, a estar y a decidir. Pero basta remover en las cenizas de Batzarre para descubir las brasas del resentimiento histórico que les mueve en esa dirección. No perdamos, pues, el tiempo. Lo del «precio político» que no se debiera pagar es casi un sarcasmo. Pague España el precio político que debe a Euskal Herria y punto.

Y también hacen suyo el principio de la falsa autodeterminación. Como los vendedores de mercancía averiada, presentan la tara como virtud del producto y, antes de reconocer la existencia misma de un pueblo sujeto de derechos, nos presentan uno de sus trozos como si fuera el titular de los mismos. Las navarras y los navarros no serán lo que no quieran ser. Pero recuerde Batzarre que son PSN y UPN quienes les niegan ese derecho.

Y lo de «dar cauce a causas progresistas» e «impulsar reformas sociales para las personas más desfavorecidas», qué quieren que les diga. ¿Conocen a alguien que defienda, sobre el papel, lo contrario? -