Causas que exigen otros remedios
El número de trabajadores fallecidos en accidente laboral en Euskal Herria aumenta a una velocidad alarmante. Porque cuando menos alarmante resulta la cifra de 109 trabajadores muertos en su puesto de trabajo en lo que va de año. Ayer fue un día especialmente trágico por las muertes de una empleada de una empresa de mensajería y de un vigilante de un centro de meteorología en Tafalla y Donostia respectivamente, pero la semana acumulaba ya, además, la muerte de un camionero y dos heridos graves. Sin entrar en análisis, la mera contemplación de las estadísticas denuncia que las cosas no van como deberían en el campo de la seguridad laboral. Para hacer frente a esta insostenible situación las administraciones no hacen mucho más que anunciar medidas, tipo sanciones económicas, que a la postre no solucionan ni siquiera alivian el problema. Esto no quiere decir que dichas medidas no se apliquen, sino que las mismas no evitan los accidentes, toda vez que las empresas prefieren pagar las multas a invertir en seguridad, prevención y formación. Por tanto, no se toman las medidas necesarias, y mucho menos cuando se debería, es decir, antes de producirse las desgracias, pues se supone que su finalidad es precisamente evitarlas. Los contratos temporales, las subcontrataciones, la precariedad laboral, en suma, son los causantes de tanto accidente y, en consecuencia, de tanta muerte. Pero al déficit en seguridad ha de sumársele el existente en el campo de la salud laboral. Resulta significativa, sin ir más lejos, la actitud de la patronal Confebask de impedir el acuerdo en materia de vigilancia de la salud. Es práctica común de los empresarios hacer oídos sordos a reivindicaciones de mejora de las condiciones ambientales que, al igual que el aumento de ritmo de trabajo, son causantes de accidentes y enfermedades, en muchas ocasiones no reconocidas. En efecto, a muchos trabajadores, tras dejar su salud en el puesto de trabajo, no se les reconoce como profesional la enfermedad que padecen y han de afrontar interminables procesos en los tribunales. Triste balance el del trabajador que en vida sufre penosas condiciones de trabajo y una vez muerto sus familiares deben continuar la lucha de aquél por la vía judicial. Si, más allá de las palabras, no se abordan seriamente esas causas, lo más normal, dentro de esta absoluta anormalidad, será que continúe la trágica suma. -
|