BILBO
Bilbo acogió ayer la presentación oficial de la Declaración Universal sobre Bioética yDerechos Humanos de la Unesco, documento que fue aprobado en octubre de 2005 por unanimidad de todos los países representados en la citada organización. El acto oficial contó con la presencia, entre otros, del director de la Cátedra Interuniversitaria de Genoma Humano de las universidades de Deusto y de la UPV-EHU, Carlos María Romeo, y del delegado permanente de Uruguay ante la Unesco, Héctor Gros.
Romeo destacó que esta declaración, que tiene un valor jurídico general, «ha intentado mantener un exquisito equilibrio» entre la protección del individuo y los avances científicos, principalmente por todas las investigaciones relacionadas con los nuevos descubrimientos genéticos y sus aplicaciones. De esta manera, esta- blece los principios éticos que deberían regular las relaciones entre los seres humanos y los avances médicos.
Héctor Gros, por su parte, precisó que si este documento fuera «demasiado progresista o demasiado conservador, o trascendiera a casos concretos, no hubiera sido posible que fuera aceptado por 172 países. Es universal, y esto implica un equilibrio», afirmó.
Según la explicación de Carlos María Romeo, la declaración establece principios generales que afectan a la dignidad de las personas y a los derechos humanos, así como a la protección de la intimidad; el consentimiento informado o la igualdad en el acceso a los avances médicos.
Fija, asimismo, la no discriminación y la no estigmatización de las personas, así como la solidaridad y la cooperación internacional, con la base del respeto a las diferencias culturales y políticas de cada país.
El texto internacional también reconoce la importancia de la libertad en la investigación científica y la protección del medio ambiente, y el acceso y la utilización de los recursos biológicos y genéticos de forma apropiada y respetuosa.
En el acto también estuvo presente la catedrática de Derecho Constitucional y miembro del Comité Internacional de Bioética de la Unesco, Yolanda Gómez, quien hizo hincapié en el «innegable valor jurídico internacional» de esta declaración, así como en su «eficacia normativa como criterio orientador para que cada país lo acoja conforme a su sistema propio». Gómez subrayó asimismo que se trata de una declaración, no de un tratado internacional, y como tal debe realizarse la labor de difundirlo en todos los países y explicarlo a la sociedad con el aporte de juristas, científicos o biomédicos.
La representante de la organización dijo que es la primera vez que la Unesco traduce una declaración «a lenguas cooficiales de un país descentralizado», en relación a su traducción al euskara y al catalán.