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Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-11-13
Josebe Egia
¿Y cuándo no?

Corren vientos electorales. ¿Y cuándo no?, podría ser la pregunta viendo la actuación diaria de la clase política, pero lo cierto es que hay momentos que se agudizan y, de aquí a la primavera, esto promete ser un vendaval. En Hego Euskal Herria ya están todas la baterías cargadas para las municipales, sin que se vea un avance en lo sustancial ­la mesa para la resolución del conflicto y la participación con seguridad jurídica de todas las formaciones políticas­. En Ipar Euskal Herria les tocan las presidenciales y las legislativas del Estado francés y los partidos andan a la carrera designando las personas candidatas, sobre todo, para la presidencia de la República.

El día 16 de este mes el PSF celebra sus primarias, en las que elegirán a la persona candidata a la presidencia. Hay tres candidaturas, pero la que está revolucionando ese partido es la de Segoléne Royal. Mujer a la que las encuestas le dan la mayor popularidad entre sus votantes, pero que tiene enfrente a la mayoría de la actual dirección que, por lo que se ve por los boicots públicos que empieza a tener, está dispuesta a todo para evitar su victoria.

Ella dice que los franceses son feministas, pero que los políticos de su país son misóginos y que parte del rechazo que provoca se debe a que es mujer. «Nadie pondría en duda la legitimidad política de un hombre con una trayectoria como la mía pero, incluso me rebaten el derecho a ser candidata. Me parece peligroso e inadmisible». Dudamos de la generalidad ésa de que los franceses sean feministas, pero estamos seguras de que en el rechazo hacia ella influye, y mucho, el que sea mujer.

Sus propuestas, en general, no parecen problemáticas en un partido que se reclama de izquierdas. Ten- dría que ser aceptada su tesis de que la precariedad no es un elemento necesario para la eficacia económica y que dentro de la globalización se puede buscar la seguridad en el trabajo, lo que ayudará a la eficacia económica y no a la inversa. Lo mismo pasa con su teoría de la autoridad justa y del orden social justo que resume en que «la gente tiene que sentir que las reglas son las mismas para todo el mundo», es decir, pasar de la igualdad formal a la igualdad real. Tampoco debería rechinar el que esté a favor de que los menores estén protegidos o que la dignidad de las mujeres no sea violada en la publicidad.

Probablemente lo que pone los pelos de punta a sus detractores es el tercer pilar en que basa su teoría de la democracia: la democracia participativa, en la que la o el ciudadano no tiene que esperar a que acaben los mandatos para pronunciarse sobre los asuntos públicos. Esta última, cuando la ha concretado en la creación de «jurados populares» formados por ciudadanos elegidos por sorteo para supervisar el cumplimiento de los programas de los cargos electos, ha levantado ampollas, dentro y fuera de su formación.

Por esta idea, plasmada por el constitucionalista Pierre Rosanvallonen, en su libro “La contrademocracia”, que la candidata socialista ha hecho suya, se le ha tildado de populista y demagógica. A mí, sin embargo, eso de que a mitad de legislatura se pueda «examinar» la realidad entre las promesas electorales y los hechos reales, me parece una idea magnífica porque, normalmente, cualquier parecido suele ser mera coincidencia.

El día 16 se disipará la duda de si resulta candidata. Entre los dirigentes del PSF en Ipar Euskal Herria, donde la diversidad de corrientes está muy presente, va a poder contar por lo menos con Philippe Casenave, concejal de Baiona y miembro de la dirección federal, Kotte Ezenarro, alcalde de Hendaia, y con el consejero regional Frantxoa Maitia. Veremos lo que pasa.

El que ya ha pasado la criba electoral en la primera vuelta de las elecciones, por lo que volverá a ser presidente en Nicaragua, es Daniel Ortega, candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FMLN). Ortega se ha comprometido a mantener la «estabilidad» y a trabajar para «sacar a Nicaragua de la pobreza» y por la «reconciliación» nacional. Nos gustaría sumarnos a las voces que se han alegrado con su triunfo, pero no podemos. Tenemos dudas más que serias que el Gobierno de Ortega vaya a ser progresista. Como prueba el apoyo que, por un puñado de votos, ha dado a las Iglesias Católica y Evangélica en plena campaña electoral, respaldando con sus votos la penalización del aborto tera- péutico ­la interrupción del embarazo cuando la vida de la madre corre peligro­, una medida que tenía más de cien años en el país y que ha permitido salvar la vida y salud de miles de mujeres nicaragüenses de diversas edades y condición social. -

jegiagara.net


 
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