Jesús Valencia - Educador Social
El acial
Nací en la Navarra media. En aquellos pueblos y por aquellos años, la gente vivía de la labranza. Todos los agricultores contaban con alguna caballería; bestias necesarias para sus labores y, habitualmente, sumisas. Cuando había riesgo de que el animal se encabritase, los paisanos recurrían al acial. Instrumento de tortura rústico donde los haya, pero muy eficaz: dos palos similares a la porras policiales, amarrados por un extremo y libres por el otro. Se cogía entre ambos palitroques el hocico del animal, o las orejas, y se le sometía a toda la presión necesaria hasta que la bestia, disuadida por el dolor, quedase inmóvil. Cuando el esquilador, el veterinario o el herrador iban a intervenir, hacían una señal para que el más bruto del grupo aplicase el artilugio.
Prácticas rurales de ayer, semblanzas de lo que acontece hoy. Hablemos del PNV y, por extensión, de sus socios. Nadie les reconoce aquel halo de autoridad que entonces se concedía al herrador y, sobre todo, al veterinario. Al tripartito le corresponde, en el reparto de tareas, el riguroso ejercicio de apretar con fuerza el acial. Cumplidores meticulosos de las órdenes que otros les dictan para que hagan daño. Dispuestos a estrujar sin reparo las partes más sensibles de su pueblo para así contenerlo. ¿Dolor?, todo el que sea necesario para que Madrid actúe a sus anchas. Con ayudantes tan eficaces, nuestros amos pueden realizar cualquier disparate. ¡Y van tantos..!. Tal proceder es viejo, pero resulta especialmente odioso en tiempos de supuestas conversaciones y diálogos. Hay que conseguir que la izquierda abertzale se avenga a la ley, aunque ésta estipule su rendición. ¿A qué otra cosa puede aspirar el jumento? La aportación de un personaje tan emblemático como Josu Jon es notoria. Mira al PSOE con nerviosismo de lacayo para adivinar la orden antes de que le sea formulada y, así, poder cumplirla con creces y premura. Acabada la faena, siempre habrá una mano pringosa que lo palmotee y una voz fingida que le adule: «¡Qué provechosa es tu ayuda!». No todo son para- bienes. Ciertas bocas, harto apachurradas y poco comedidas, reprochan al tripartito por no frenar a Madrid. ¡Absurda pretensión! El acial sólo se aplicaba al hocico del rocín, nunca a los cojones de su amo.
El PNV tiene más de cien años. Pero, en su ya larga historia, siempre contará con un capítulo emborronado y mugroso: el que corresponde a los muchos años en los que ejerció como mozo de cuadras aplicando el acial. Confío y espero que las páginas siguientes serán más brillantes. -
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