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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-11-13
Sabino Cuadra Lasarte - Abogado
¿Nicaragua sandinista?

La coleta que llevo tiene ya veinte años. Nació en 1986, en Nicaragua, Nueva Guinea, en aquel perdido lugar de la selva en el que una brigada vasca de solidaridad trabajamos levantando unas pequeñas viviendas de madera destinadas a una cooperativa campesina. Koldo, que ejercía de peluquero de la brigada, fue quien me lo propuso: «¿Por qué no te dejas coleta?». Y hasta ahora. Más adelante, en 1990, cuando el FSLN perdió las elecciones, prometí que no me la cortaría ­la coleta­ hasta que las volviera a ganar. Así que, tras el triunfo de éste, ¿qué hago, me la corto o no me la corto?

El FSLN ha llegado de nuevo al Gobierno tras tejer una amplia alianza con poderosos sectores (Iglesia, círculos empresariales y bancarios, antiguos «contras»...) y lograr mantener gran parte del apoyo popular que históricamente ha tenido. La nefasta experiencia de dieciséis años de gobiernos neoliberales de derecha ha hecho que el peso de la balanza electoral se inclinase a su favor. En esta confrontación ha recibido el apoyo de la mayor parte de las fuerzas ­no de todas, por supuesto­ y gobiernos de izquierda de América Latina. El objetivo de rescatar un país más (Cuba, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay...) del dominio directo de EEUU ha primado por encima de otras razones.

Ahora bien, ¿esta alianza lograda hoy es similar a la que en su día facilitó la derrota de Somoza y el triunfo de la revolución sandinista? ¿Es ésta la única posibilidad de sacar a Nicaragua del pozo negro de pobreza en el que se encuentra? ¿Las bendiciones internacionales recibidas son suficientes para que cerremos filas en torno al FSLN de Ortega?

El mismo día de las elecciones Javier Morales, ex banquero y ex líder de la «contra», futuro vicepresidente del nuevo Gobierno, anunció que no se revisaría el CAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y EEUU), así como que, en materia económica, se iba a conservar en lo fundamental la línea mantenida hasta ahora, es decir, «que sea la empresa privada el principal motor de desarrollo del país. Habrá un respeto absoluto a la propiedad privada y a la seguridad jurídica. La idea es impulsar la inversión privada. En ningún caso se considerarán políticas estatistas. Solo intentaremos impulsar las áreas más olvidadas».

Evidentemente, lo anterior poco o nada tiene que ver con la política económica impulsada por el FSLN tras la toma del poder. La economía mixta sandinista (sector estatal, socio-cooperativo y privado) se asentaba sobre la llamada Area de Propiedad del Pueblo, que suponía el 40% de la producción bruta industrial, el 23% de la agrícola, el 30% del comercio interior y el 100% del exterior. Más adelante, el desmantelamiento de todo lo anterior tuvo mucho que ver con las políticas neoliberales de estos últimos dieciséis años, pero también con la «piñata» que el FSLN realizó tras perder el gobierno, traspasando la propiedad de importantes empresas, explotaciones agrícolas y negocios a buena parte de sus altos y medios dirigentes. Como es de justicia, esta nueva clase social «empresarial» y «propietaria» es hoy uno de los mayores sustentos políticos y sociales del también nuevo FSLN.

Poco antes de las elecciones, la Asamblea Nacional nicaragüense derogó la norma que permitía realizar abortos terapéuticos en casos de riesgo para la salud de la madre o de daños psicológicos por embarazos causados por violación. La Iglesia había recogido 200.000 firmas con esta exigencia y el FSLN, junto con la derecha, apoyó su propuesta, afirmando su portavoz que se trataba de una «medida legal de protección de la vida». La finalidad electoral de todo ello era evidente: ganar votos entre la población influenciada por las reaccionarias proclamas de la Iglesia Católica en relación al aborto. La conversión de Daniel Ortega en ferviente católico y el bautismo de Obando por el FSLN como «príncipe de la reconciliación» iban por el mismo camino.

Evidentemente, el apoyo de esta jerarquía reaccionaria poco tiene que ver con el conseguido por el FSLN entre las comunidades cristianas de base en los años de la revolución y posteriores. Es por ello que, alguno de los representantes más cualificados de éstas, como Ernesto Cardenal, no ha dudado en denunciar todo esta farsa, incluida la petición de Daniel Ortega de conceder el premio Nobel de la Paz a Obando, cuando fue éste, en su día, uno de los mayores protectores que tuvo la «contra» criminal. En esta misma dirección, Cardenal ha criticado fuertemente el lema elegido por el FSLN para estas elecciones ­«Unida, Nicaragua triunfa»­, afirmando que esto no es revolucionario: «¿Unión de explotadores y explotados? ¿Unión con ladrones? ¿Con somocistas? ¿Con criminales? ¿Abrazo de ricos y pobres, con los ricos siendo siempre ricos y los pobres siempre pobres?».

Maquiavelo no fue un revolucionario, sino un adorador del dios Poder. El enemigo de mi enemigo no tiene por qué ser mi amigo. Puede ser, al igual que él, un grandísimo cabrón. El hecho de que EEUU haya desatado una feroz campaña contra el FSLN en estas elecciones, no hace buena su política, ni mucho menos. Además, incluso en el supuesto de que en una situación de éstas hubiera que optar por el «voto útil», éste no puede convertirse en un hisopo que transforma todo en inmaculada virtud. Porque en política, como en la vida misma, si alguna vez hay que tragarse algún sapo, lo peor no es tener que hacerlo, sino acabar afirmando que está bueno.

Pienso ahora en lo que me rodea, en esas desgracias llamadas Sanz y Barcina y en la necesidad de botarlos de sus poltronas. Frente a ellos se alzan distintas ofertas que afirman que «hay que hacer cualquier cosa para echarlos», anunciándose todas ellas como la pócima imprescindible para echar a UPN del Gobierno. Y el que más chifle, capador, claro está, pues se trata, sobre todo, de lanzar grandes y vacías frases, así como constantes anatemas contra el maligno, que sirvan para ocultar vergüenzas propias, sean éstas de ayer, de hoy o, lo que es peor, las que ya están pensadas para mañana. Porque ¿quiénes son en Navarra los Obando y los Morales a los que se está supeditando nuestro futuro? ¿Cuál es la «contra», los somocistas, los industriales y banqueros con los que se está llegando a acuerdos? ¿Será nuestro lema, también, «Unida, Navarra triunfa»?

Y termino. Prometí cortarme la coleta cuando los sandinistas llegasen de nuevo al poder. No es el caso. Los que han ganado las elecciones son otros. Coinciden nombres y siglas, pero mi coleta es algo mucho más serio que todo eso. -


 
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