GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Jendartea 2006-11-13
«La ciencia es la mejor herramienta contra el pensamiento mágico»
Nunca serán invitados por Iker Jiménez a su programa televisivo «Cuarto Milenio», así que el Círculo Escéptico, con sede en Bilbo, organizó la pasada semana en la capital bilbaina una jornada en la que varios expertos y profesores de la UPV-EHU se dedicaron a desmontar falsas creencias y mitos, como los del Yeti, los extraterrestres o las témporas. Y lo hicieron aplicando el rigor del método científico, sometiendo a prueba a cada una de esas supersticiones.

BILBO

Recordaba el rector de la UPV-EHU, Juan Ignacio Pérez, la «batalla perdida» que ha venido librando en cada Consejo de Dirección de EITB al que pertenece, en el que reclamaba una y otra vez al director general del ente comunicativo que eliminara de los espacios del tiempo la información sobre la predicción de las témporas. «Al final, terminé por decirle con sorna que felicitara de mi parte al temporólogo que tenían», dijo.

Un ejemplo de lo difícil que es luchar contra lo que sus detractores llaman el «pensamiento mágico». Precisamente para ahondar en esa desigual batalla de la ciencia contra la superchería, la asociación Círculo Escéptico (www.circuloesceptico.org), con la colaboración de distintas entidades, organizó la semana pasada en Bilbo una jornada bajo el sugerente título ‘‘Misterios, a la luz de la ciencia’’, dentro de la V Semana de la Ciencia y la Tecnología.

La búsqueda de extraterrestres, la existencia de seres monstruosos y enigmáticos, las témporas o los anuncios que venden milagros, fueron los «pensamientos mágicos» analizados por otros tantos ponentes. Una jornada, abierta a todo tipo de público, cuyo objetivo fue «fomentar entre la población el pensamiento crítico y la idea de que el método científico es la mejor herramienta que tenemos para comprender el mundo en que vivimos, así como advertir de los riesgos que conlleva el pensamiento mágico y supersticioso», según detallaron los organizadores.

Baste leer lo que decía hace sólo unos días Maciej Gyertich, ministro de Educación de Polonia y parlamentario europeo, para percibir las importancia de esas palabras: «Las investigaciones muestran que los dinosaurios y el hombre fueron contemporáneos. En todas las culturas hay señales que los recuerdan (a los dinosaurios). Los escoceses tienen el Lago Ness, nosotros los polacos tenemos al dragón de Wavel, en Cracovia, Marco Polo habló de un carruaje imperial chino tirado por un dragón».

Entre los asistentes al acto en la capital bilbaina estuvo el bioquímico y Premio Euskadi de Investigación, el catedrático Félix Goñi, quien se mostró contrariado por el hecho de que «vivimos en una sociedad absolutamente dependiente de las nuevas tecnologías, y que a la vez experimenta un retorno al pensamiento mágico, en recesión desde hacía siglos». Y añadió un ejemplo que seguro que suscitaría más de un debate: «La gente protesta por las antenas que le colocan encima de su casa, que son inocuas, pero no dice nada del chiringuito de luz ultravioleta de abajo donde va a ponerse morena».

Uno de los ponentes, periodista científico, José-Mauricio Schwarz, recordó a los asistentes que la «ciencia no es sólo cosa de científicos. La ciencia es una forma de vida». Según denunció, los que él descalifica como «soplapitólogos» se aprovechan de que «el público no sabe de ciencia» y culpa de ella, añadió, la tienen mucho los medios de comunicación, que siempre la presentan como complicada y difícil. «Y no lo es», sentenció.

Juan Ignacio Pérez le tomó la palabra para hacer la siguiente reflexión: «Al atribuir al pensamiento mágico y a la ciencia un mismo valor, ponemos en cuestión las bases de la ciencia. Y por lo tanto, si aceptamos que la sociedad abierta y la ciencia descansan sobre los mismos fundamentos, estaremos poniendo a ambas en cuestión. Al fin y al cabo, si no es la evidencia el principal criterio en la búsqueda de la verdad, ¿por qué tendría que aceptarse, por ejemplo, que todos los individuos son iguales y tienen los mismos derechos?».

La realidad es que desde hace unos años asistimos a una multiplicación, quizá por arte de esa misma magia que siempre tiene truco, de lo paranormal, de lo misterioso, de lo supersticioso. Y al amparo de los tarots y la astrología, o de las medicinas que no lo son, surgen iniciativas como la del Círculo Escéptico, que se suma, según su presidente, el bilbaino Pedro Luis Gómez, «a la creciente oferta crítico-escéptica con actividades y propuestas culturales como ésta, o con libros, charlas, presentaciones sociales...». Una invitación abierta, dice, a «quienes les preocupe la proliferación de todo tipo de creencias sin ninguna base real y desee mantener una actitud crítica ante ellas».



«¿Hay alguien ahí? La búsqueda de extraterrestres»

BILBO

¿Hay alguien ahí fuera?, es la pregunta que se repite el ser humano desde que comenzó a mirar al cielo y escudriñar las estrellas. ¿Existe vida en otros mundos?, preguntó el profesor de Astrofísica de la UPV-EHU Agustín Sánchez-Lavega al auditorio. Lo único cierto es que «hay mucha patraña y habladuría», porque «no hay ni una sóla prueba contrastable de la presencia de seres extraterrestres». Ni entre nosotros, ni en ninguna de las miles de millones de estrellas que nos rodean.

El telescopio Hubble alcanza a ver ya 13.000 millones de años luz, y nada. Los gigantescos platos receptores del proyecto SETI ­en el Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico­, que desde el año 1960 buscan señales de radio procedentes del espacio exterior, no han logrado ni una que provenga de nada que no sea natural. Y no hay ni un sólo instituto científico del mundo de cierta seriedad que dedique ni un euro o dólar a investigar extraterrestres, «porque detrás de todo eso sólo hay patrañas y mentiras», insistió Agustín Sánchez-Lavega.

A juicio de este experto, la búsqueda de extraterrestres entra dentro del campo de la sociología, la siquiatría o, incluso, de la judicatura, pero nunca de la ciencia. Entre los científicos existe un consenso sobre las condiciones que deben existir para facilitar la vida: una fuente de energía, agua líquida, carbono abundante y unas condiciones apropiadas. Y de todo lo que conocemos hasta ahora, sólo la Tierra lo cumple ­y quizá Marte en otro tiempo­. Marte, lugar de procedencia de los marcianos, esos mismos que no se han encontrado al explorarlo y por eso quienes defienden las teorías extraterrestres recurren a lugares cada vez más lejanos para buscar sus «marcianitos».

En marzo de 1972, la NASA lanzó la sonda Pioneer 10 rumbo a Júpiter. Hoy, sigue viajando hacia los confines del universo y ya está a 13.000 millones de kilómetros de la Tierra, es decir, donde ninguna otra ha llegado. La nave, con la que ya se ha perdido la señal, lleva incorporada una famosa placa con un mensaje simbólico informando a una posible civilización extraterrestre, que pudiese interceptar la sonda, sobre el ser humano y su lugar de procedencia.

«¿Alguien encontrará algún día esta botella?», se preguntó este astrofísico. La respuesta, en el espacio.



«¿Sirven las témporas para predecir este invierno?»

BILBO

«Es curioso, pero los días de las témporas dependen de cada Conferencia Episcopal», ironizó el profesor de Física de la UPV-EHU y climatólogo Jon Sáenz, quien dedicó su exposición a demostrar que ninguna forma tradicional de predecir el tiempo a largo plazo tiene no ya validez científica, sino rigor alguno de certeza. «La meteorología es física y son matemáticas y nada de eso tienen las témporas», insistió. Es más, añadió que si este tipo de predicciones ancestrales tuvieran cualquier atisbo de lógica, «estaríamos violando las leyes de la Física». Sometió en su intervención a las témporas a un análisis riguroso, para culminar en esa misma idea de la imposibilidad de predecir el tiempo a 90 días con mirar el cielo «desde la puerta del caserío». Sin embargo, mucha gente cree en ellas. La misma gente que «no se acuerda de lo que predijeron» unas témporas que «sólo pronostican generalidades, como decir que hará ‘calor sano’». Sin embargo, admite que la «simpatía por el sabio popular frente a los listillos académicos como yo o la añoranza por la herencia cultural de nuestros ancestros», facilitan esa creencia popular en las témporas, las cabañuelas, las marmotas estadounidenses, las ranas del tiempo suizas o las siete durmientes alemanas. Jon Sáenz insistió en la ausencia de una base teórica y denunció de forma categórica que estos pronósticos «tengan un papel relevante en la meteorología del siglo XXI». Es más, calificó de «grave» que los medios de comunicación se hagan eco de estas predicciones. «Esto no puede ser así», sentenció.



«Los vendedores de Ferraris a 1.000 euros»

BILBO

«¿Alguien quiere un Ferrari por mil euros?», preguntó Mauricio-José Schwarz a los oyentes. ¿Su intención? «Destripar a los vendedores del misterio», porque como dijo el autor de la bitácora charlatanes.blogspot.com, «es urgente alfabetizar al público». Y qué mejor que con una exposición en la que trató de dar pistas para desenmascarar las afirmaciones extravagantes y someterlas, quién sabe, si a la prueba del algodón. ‘‘Tengo agua magnetizada para curar el cáncer. 140 euros el litro’’ rezaba el anuncio de una diapositiva que mostró. «Y mucha gente lo compra», advirtió. Aguas milagrosas, sanadores y curanderos, medicinas prodigiosas ­citó la homeopatía o la acupuntura, de la que dijo «es como el vudú, pero con buen rollito»­, pulseras magnéticas, caras de Bélmez... «Nos venden todo tipo de energías: cósmicas, magnéticas, astrales... Es como el Gobierno de EEUU, que aparece en todas partes», ironizó.

«La gente suspende su capacidad de dudar ante ciertas cosas. Quizá haya alguna posibilidad de que me vendan un Ferrari a mil euros, pero antes de comprarlo deberé asegurarme de ver el coche, probarlo, ver si hay truco o no... Habríamos utilizado el pensamiento crítico», expuso. Pero demasiadas veces nos dejamos engañar. «Se aprovechan de que el público no sabe de ciencia y ahí los medios de comunicación tienen mucha responsabilidad cuando muestran la ciencia como difícil, complicada», añadió. Schwarz denunció la que calificó de «soplapitología» e invitó a que siempre preguntemos y dudemos. «No hay preguntas tontas», dijo.



«Me pareció ver un lindo monstruito. Nessie, el Yeti y otros seres enigmáticos»

BILBO

¿Sabían que el primero en dibujar la figura del Yeti fue un tal Bernard Heuvelmans en 1958, a la postre ‘padre’ de la criptozoología o estudio de animales fantásticos? ¿Sabían que la primera aparición de esa imagen del Yeti apareció en ‘‘Tintín en el Tíbet’’, publicado en 1960? ¿Y sabían que Heuvelmans y Hergé, autor de Tintín, eran amigos? Pues saquen sus propias conclusiones.

Lo contó el profesor de Biología de la UPV-EHU Eduardo Angulo, un apasionado de la ciencia ficción, que no tuvo piedad ninguna para desmontar con datos en la mano no ya el mito del Hombre de las Nieves, sino el de otros como el monstruo del Lago Ness y demás animales fantásticos e imaginarios. «En todo el mundo hay declarados más de trescientos lagos con monstruo», sonrió. «Yetis también hay muchos; aquí tenemos a nuestro Basajaun», añadió.

Del Yeti no hay foto alguna, aunque sí descripciones, huellas y restos. Las huellas quedaron en nada 50 años después de que dos montañeros, Ward y Shipton, sacaran unas fotos en 1951. El primero se pasó su vida buscando al Yeti, hasta que, al final, admitió que estaba equivocado. Las huellas eran de pies de sherpas, desfigurados y deformados por las ascensiones.

Respecto al conocido cuero cabelludo del Yeti que celosamente guardaban los lamas, el famoso alpinista Hillary lo robó ­su amigo el gran actor James Steward lo sacó por la frontera­ y lo envió a analizar: pertenecía a una cabra.

Y otro tanto sucede con Nessie, el dinosaurio más famoso del mundo. Todas las fotografías que han visto ustedes sobre el supuesto monstruo del Lago Ness, son falsas. O eran una maqueta de cartón, o eran burbujas en el agua, o una rama, o la figura falseada de la parte superior de un elefante. Uno de esos fraudes lo protagonizó Frank Searley en 1970 y acabó suicidándose dos años después al ser descubierto. Robert Rines, un rico empresario, en 1972 sondeó el lago con 50 barcos, y nada. Sólo una imagen que, en 1987, se admitió era un tronco.

«Se calcula que para que un animal así sobreviviera hoy, harían falta al menos 30 ejemplares de la especie. Y para que hubiera sobrevivido aquí desde hace siglos, harían falta unos 300», apuntilló Angulo. Y que se sepa, a Nessie no se le conoce compañía alguna.


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Euskal Herria
Zapatero dice desde Turquía que el proceso sólo avanzará «sin violencia»
Ekonomia
El género determina el reparto del empleo en la UE
Kirolak
Chema Martínez cumple pronósticos sin ninguna ambición
Kirolak
La locomotora atropelló a los rojillos
Kirolak
La Real da otro paso atrás que agrava aún más su situación
Euskal Herria
Otegi: «La izquierda abertzale sigue con la rama de olivo en la mano»
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss