Se cumplen hoy dos años desde que Batasuna hiciera pública en el velódromo de Anoeta una propuesta ­“Orain herria, orain bakea”­ para la resolución del conflicto que constituyó un hito para la puesta en marcha de un proceso de paz y normalización democrática que en estos momentos atraviesa por una situación difícil. La propuesta fue fruto de un amplio análisis, de un debate con las bases, que cohesionó a la izquierda abertzale en torno a una lectura del pasado más reciente de Euskal Herria, de los principios asentados en una amplia parte de la sociedad y de las oportunidades ­siempre inciertas­ que podían abrirse en el futuro. Y sobre ellas se establecieron las bases del diálogo y el acuerdo como fórmula para resolver el conflicto político, los compromisos que adquirió Batasuna y con cuya asunción por el conjunto de agentes se hubiera dado un paso de gigante en ese camino y una metodología basada en dos carriles.

Dos años después de aquel acto, el balance es que desde entonces se ha avanzando notablemente en el camino de dar una salida democrática al conflicto. Sin embargo, también es evidente que se podía haber ido más lejos y también más rápido. La izquierda abertzale dio un arriesgado paso adelante hace dos años con su propuesta y ETA fue dando después otros cuantos más hasta que hace siete meses se produjo el paso más significativo que puede ofrecer una organización armada: declarar un alto el fuego permanente. Se puede jugar torticeramente ­de hecho se está haciendo­ con el discurso que Arnaldo Otegi hizo en Anoeta, pero nadie puede negar que la izquierda abertzale ha puesto mucho de su parte para que este proceso avance.

¿Cuál ha sido la actitud del Gobierno español? José Luis Rodríguez Zapatero realizó declaraciones interesantes, incluso valientes, en los meses siguientes a la propuesta de Anoeta. Pero a partir del alto el fuego de ETA, cuando llega la hora de la verdad, las palabras se las lleva el viento y lo que hoy percibe claramente la sociedad vasca es un Gobierno que se jacta de haber dado menos pasos que Aznar en el 98. Esos son los hechos. La primera excusa para no moverse fue «la verificación». Después la espera de «contactos». Ahora se achaca el parón a la kale borroka y a un robo de armas de autoría no confirmada. Pero ¿qué hizo Madrid, qué hicieron los partidos que actúan al dictado de la Moncloa, en los meses en los que la única violencia que hubo fue la que ejerció el Estado deteniendo y procesando a dirigentes de Batasuna, conculcando diariamente los derechos de las presas y presos vascos, prohibiendo manifestaciones y cargando contra quienes participaran en ellas?

El proceso está en crisis porque España ­y quienes parecen tener como objetivo sentirse cómodos en ella­ no han hecho el proceso que les conduzca a su Anoeta y no tienen un planteamiento cohesionado sobre compromisos como ir a la raíz del conflicto para solucionarlo, dirimir las diferencias de manera pacífica y democrática, buscar acuerdos entre las distintas sensibilidades, respetar la decisión de la ciudadanía vasca y permitir la materialización, sin límites ni restricciones, de todos los proyectos políticos. El proceso está como está porque el Estado español carece, todavía, de madurez democrática y el Gobierno de Zapatero no puede o no quiere afrontar ese reto de cara. Lo demás son excusas.

Excusas a las que prácticamente desde el día siguiente de la declaración de Anoeta viene haciendo el juego el PNV y el Gobierno de Ibarretxe, pretendiendo utilizar los compromisos de Batasuna para desgastarla. Al hilo de los últimos acontecimientos ­reales o manipulados­ la portavoz de Lakua, Miren Azkarate, volvía a hablar ayer del compromiso de «sacar el conflicto de las calles», pero olvidaba mencionar que era para «llevarlo a la mesa de negociación y diálogo». Una mesa hoy todavía inexistente porque, además de razones antes expuestas, el PNV insiste en ser más «zapaterista» que Zapatero. -