LEIOA
A la ceremonia asistieron familiares de los donantes, alumnos, profesores y responsables académicos de la UPV-EHU, como el vicerrector del campus de Bizkaia, Iñaki Goirizelaia, el vicerrector de Investigación, Miguel Angel Gutiérrez, el decano de la Facultad de Medicina, Agustín Martínez y el director del Departamento de Neurociencias, Francisco Doñate.Fue, precisamente, Doñate, el encargado de dar la bienvenida a los presentes y de manifestar que el acto respondía a la voluntad de unirse «por el respeto y el agradecimiento que nos merecen los donantes», tras un breve inicio en euskara.
Los cuerpos de los donantes llegan a la Facultad de Medicina mediante la Asociación de Donantes de la UPV-EHU, con alrededor de 2.000 socios. Los cuerpos son incinerados, tal y como recoge la escritura de donación, una vez de que no pueden ser ya utilizados para la docencia. La UPV-EHU cuenta con un horno crematorio y de conversión en vapor de agua de los gases que desprende el formol en el que se embalsaman.
En algunos casos, las familias de donantes piden las cenizas, en otros, se depositan donde quiso el donante y hay quienes solicitan que el destino lo provea la Universidad. Por esta razón surgió el proyecto del «Bosque de la Vida», ubicado junto al embalse de Lerdutxe, en una ladera con robles situada cerca de las facultades de Medicina y Ciencia y Tecnología.
El monumento es obra del estudio Zade+Vilà Associats, lo conforma un conjunto de veinte árboles de acero cortén, de entre 14 y 18 metros de altura, en cuyo interior se encuentra el urnario en el que se depositan las cenizas, junto a un olivo milenario. El bosque se inauguró en 2003 y en él reposan las cenizas de 308 donantes.
Tras el aurresku de honor, fueron alumnos de Medicina quienes tomaron parte en el acto de manera activa, interpretando al oboe y a la flauta composiciones de Bach, Vivaldi y Carlos de la Cruz. Vidal de Nicolás leyó un poema.
Asimismo, los estudiantes se encargaron de acercar las urnas con las cenizas, para que Francisco Doñate depositara parte de ellas en la base del olivo, pronunciando cada nombre, junto con un «descansa en paz y vive en el olivo». Posteriormente los futuros médicos depositaron cada urna en el urnario. El acto finalizó con una suelta de palomas.