Equipo Z
Palabras encadenadas. El teléfono escacharrado. Una serie de Cuatro que es una ficción con aires documentalistas, que recuerda a una versión post Vietnam del “Equipo A”, recrea en un lenguaje audiovisual recargado de parodias, acciones con acentuaciones de serie negra, de series de política ficción, con un reparto bastante bueno que puede dar credibilidad hasta donde los guiones lo permiten, a no ser que como telespectador llegues a la abstracción definitiva de tu memoria televisiva, o que consideres que todavía se pueden hacer milagros desde el mercenariazgo, desde los equipos o grupos satélites de todas las fuerzas de seguridad, inseguridad, inteligencia y secretismos de todos los estamentos, estados y repúblicas. Pero decía que al poner el titular, me han asaltado los neuróticos antecedentes vitales y decía, si le pongo una P, me sale redondo. Pero me parece que ahora se está buscando la cuadratura del círculo. Las secuencias de una canción que debería saberse de memoria cualquiera que intentase actuar con voluntad de lograr resultados en cualquier proceso de negociación, y que de repente alguien ha colocado una música diferente, un ritmo cambiado, una letra imposible de retener. Y nadie puede pensar que ahora se trata de repentizar nada. No, no el abecedario. El decálogo. Todo, leído despacito y con buenas ganas. El equipo ZP debe demostrar su voluntad sin escapismos. Cerramos la digresión coyuntural y nos centramos de nuevo en la serie “Los simuladores” que tiene en su título su primera declaración de principios. La segunda es la factura, está hecha con medios, no se limita a interiores, a decorados que se repiten, sin que en cada caso hay una producción considerable. Esta inversión en medios, le dota de personalidad, con escenas de una espectacularidad parangonable a las series norteamericanas, pero esta misma disposición ayuda a resaltar, de una manera más contrastada, su falsedad. No es una cuestión de calidades, sino de aceptación de unas claves que distorsionan y que colocan siempre la ficción fuera de cualquier verosimilitud. Quizás la comprendamos en breve y la disfrutemos. Ahora simplemente nos llama la atención. -
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