Lo borde
Lo borde se ha convertido en un valor en alza en los medios de comunicación audiovisuales. Los y las bordes triunfa de una manera clara. ¿O acaso no podríamos decir que el doctor House es un borde? Vale, un borde que nos cae bien, porque bordea con otros, porque a la hora de la verdad, cuando se trata de mojarse en el diagnóstico, logra salvar vidas. Pero el personaje es un personaje muy borde. Uno no quisiera encontrarse un médico así en su vida ambulatoria ni hospitalaria, y que, como mucho, encontrárselo sólo en el electrodoméstico esencial la noche de los martes. Por decirlo de alguna manera, es uno de esos destellos de inteligencia, buenos guiones, asuntos de interés general y tramas personales tan equilibrados y bien contados que enganchan desde el primer plano. Y el equipo actoral es magnífico, desde el doctor House a todos los episódicos.Este médico borde, lúcido, es de ficción, pero desde el mismo aparato nos lanzan cotidianamente otro tipo de bordes que simplemente se mantienen en la vida profesional circunstancial por ser unos bordes sin mayor fundamento, objetivo o clasificación. La mayoría de ellos habitan en los programas clónicos del ambiente cutre, de los corazones, salchichones y colchones. En cada banda de tertulianos hay alguien que hace de, lo es o desea ser un borde. En cada lote de famosillos de desguace otro u otra cumple este papel con mayor o menor fortuna. Forma parte del diseño de producción, del reparto de papeles, o del carácter, recordando el chiste del escorpión y la rana. Pero sobre todos ellos ahora hay un tipo de borde que se encarama en los paneles de audiencia, y es un miembro del jurado de OT llamado Risto Mejide, un desahogado que es capaz de decirles las más grandes bestialidades a los novicios de la Academia, sobre sus cualidades, su capacidad para desafinar o su propia personalidad. Tuvo la otra noche los santos bemoles de meterse con los profesores, diciendo que le parecía que a algunos los tendrían que nominar. Tuvo contestación. Sí, pero Risto es el más borde. Y nos parece que, al menos desde su rol, es el único capaz de quitarle tanto melindre al concurso. Lo borde, mola. Y vende. -
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