El Tribunal Supremo español acoge hoy la vista
judicial para analizar los recursos inter- puestos tanto por la defensa como por
las acusaciones Fiscalía y AVT contra el fallo que la Audiencia
Nacional emitió en junio de 2005 sobre el caso «Jarrai-Haika-Segi». Esta
sentencia condenó a 24 jóvenes vascos a penas de cárcel entre dos años y tres
años y medio, y determinaba como «ilícita» a la organización juvenil Segi.
Ahora, todas las alarmas se han encendido sobre las consecuencias que se pueden
derivar de la sentencia que se dará a conocer en menos de un mes. Ibon Meñika,
que ejerció como portavoz de los encausados en el juicio, charla con GARA sobre
la situación, los efectos de la vista y la posible sentencia.
¿Cómo se contempla la vista que se celebra
hoy en el Tribunal Supremo?
Lo que está en juego, más allá del futuro de los
imputados, es uno de los temas que se ha situado en el panorama político:la
ilegalización. La sentencia contra Segi pretenden aplicarla a todas las
organizaciones y entes que están en tela de juicio o que ya han sido
ilegalizadas por el Estado español. Y teniendo en cuenta que nuestro juicio fue
el primero, lo que significaba que se convertiría en una especie de prueba de
laboratorio, lo que se va a derivar de esta vista es la propia orientación del
Estado español en el tema de la ilegalización, pero, sobre todo, de cara a la
resolución del conflicto político, que es lo que en el fondo está encima de la
mesa. A partir de ahí, también es verdad que la que está siendo juzgada es la
organización Segi, y que se juzga por tanto el intento de Madrid de imponer de
qué forma deben organizarse los jóvenes en torno al proyecto político de la
independencia y el socialismo.
Teniendo en cuenta el desarrollo del juicio
y la sentencia de la Audiencia Nacional, en la que la teoría de Garzón fue
desechada, ¿cómo se valora que la Fiscalía haya decidido la petición de
«terrorismo»?
En su momento el Estado español emprendió una apuesta
concreta contra Euskal Herria y toda aquella fuerza que cree y se quiere sumar a
una construcción nacional del país. Y para ello puso en marcha toda una batería
represiva para gestionar el aniquilamiento del día a día y el futuro de este
país. La segunda vuelta de ello son los macrojuicios. En el nuestro quedó
patente que todo aquello era un montaje político, jurídico, mediático y
policial. Pero lo que verdaderamente quedó de manifiesto era que el Estado
español no está legimitimado para juzgar a los jóvenes vascos y a Euskal Herria.
Fuimos a ser juzgados, pero al final fueron la Audiencia Nacional y el Estado
español los juzgados. Ahora el PSOE gestiona la apuesta represiva que en su día
comenzó el PP, y esta vista es también reflejo de ello. Además, en Euskal Herria
nada es casualidad, y estamos en un contexto en el que tiene muchísimo menos
sentido que la Fiscalía mantenga esa petición.
Ha habido medios de Madrid que han señalado
que detrás del mantenimiento de la petición de la Fiscalía hay una decisión del
PSOE de poner freno al desarrollo del proceso.
Esa afirmación puede tener su lógica por el mero hecho de que la Fiscalía siga manteniendo su tesis de «organización terrorista». Es verdad es que la gestión represiva que ha realizado el PSOE en estos meses no augura una voluntad de impulsar el proceso, pero también es cierto que la pelota sigue estando en el tejado del PSOE y del Estado español. Quien ha gestionado esa represión tendrá que solucionar esa situación para mostrar una voluntad clara y nítida.
La misma defensa ya ha alertado de que la
sentencia que dictará el Supremo creará un precedente aplicable a otros
sumarios...
Sí. No fue casualidad que fuéramos los primeros, aunque
según su tesis no tenía sentido porque supuestamente es el 18/98 el sumario
matriz que sustenta la acusación judicial. En su día a eso se le dio la vuelta,
y ello prueba que son conscientes de la capacidad movilizadora y del compromiso
de la juventud. Pero una vez que el Supremo marque un precedente, ¿qué sentido
van a tener los demás macrojuicios o que los imputados del 18/98 sigan acudiendo
al juicio, si ya, supuestamente, estarán marcando cuál va a ser la condena?
Desde una óptica personal y como joven
vasco, ¿cómo se afronta esta vista de hoy?
A nivel personal hay una incertidumbre grande, porque a pesar del sinsentido que supone ha tenido un desarrollo en el que el Estado español ha estado constantemente con una intencionalidad política clara: aniquilar a Segi y con ello tu propia identidad como persona activa dentro de ese proyecto político. La juventud más comprometida de Euskal Herria ha sido perseguida durante años por diferentes medios. Esta fase represiva puede suponer un punto de inflexión para crear un precedente. Y no sólo contra nosotros o contra Segi, sino de cara a las generaciones venideras que tienen todo el derecho de organizarse en torno a un proyecto político viable que ven necesario para este país, de modo que sigan siendo perseguidos con una nueva cobertura jurídica y una sentencia. Esto conlleva la necesidad de no aceptar la sentencia, sea cual sea, porque el Estado español no es nadie para decidir cómo debe organizarse la juventud vasca. Por lo tanto, marcar un «stop» debe ser la apuesta que hay que poner encima de la mesa. Lo que está en juego es el futuro del país, y Euskal Herria tiene que alinearse en la defensa férrea del derecho de Segi a organizarse como tal y de defender un proyecto político. La actitud que está manteniendo la juventud vasca, y parte de la sociedad, es el mayor aval para demostrar que si seguimos por ese camino podemos conseguir que las imposiciones judiciales no tengan sentido en Euskal Herria. -