Maite Soroa
Elogio del amado jefe
Mal le tienen que ir las cosas a un periodista y escritor de renombre cuando se ve en la circunstancia de interpretar el papel del pelota número 6.666 de la oficina siniestra (como en “La Codorniz”) y pasársela aplaudiendo al amado jefe.Francisco Umbral, en su columna de ayer en “El Mundo” se desparramaba en elogios, flores y laureles para su amado jefe, Pedro J. Ramírez. Y como del exceso al ridículo más espantoso no hay más que un pequeño paso, Umbral no se cortaba un pelo al anunciar que «estamos asistiendo a la forja de un ciudadano, de un gran escritor, por su época, que también es la nuestra, como nuestros antecesores asistieron a la forja de un hombre o de un nombre por su siglo o su temporada». Ese pedazo de hombre, claro, es el amado jefe. No se crean que para ahí el meloso peloteo:«A Pedro no se le puede archivar en una personalidad porque no cabe. Y por eso ha tenido que trocear su nombre colgado de una jota que luego ha llenado de contenidos. Hasta tal punto es así que hoy no tenemos, en la política española, dos partidos mayoritarios, sino tres, y el tercero es o son los periódicos de Pedro». Ya empieza a empalagar. Y de la loa al personaje pasa a la glorificación de sus obras:«No puede decirse que “El Mundo” esté al servicio de ninguna ideología, entre otras cosas porque ya no hay ideología sino huecos ideológicos que llena el primero que llega. Un buen director no es necesariamente el que sabe hacer un periódico sino el que va dejando que el periódico le haga a él (...) cuando este brioso creador tiene su periódico organizado a fondo es cuando las oleadas de papel principian a dar su verdad y su destino, todo ello cuanto más abierto y ambicioso, mejor». Pedro J. el brioso, dice... En la conclusión, la melaza:«Hoy “El Mundo” es un poder
comunicativo, un poder social, una oportunidad de España, una cita con el
futuro, una aventura colectiva y una verdad creativa que va a más mientras la
prensa histórica y la prensa montaraz decaen visiblemente, acuden a las sirenas
de Ulises. En esta mar barroquizada e ilegible Pedro J. Ramírez procura depurar
la verdad, la denuncia y la estética, no para ganar ninguna carrera sino para
liderar intelectualmente la aventura de cada día con el rigor de la verdad». Lo
de «la estética» me ha llegado al alma. ¿Quién osará decirle que es un hortera?
- msoroa@gara.net
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