Raimundo Fitero
Sin caretas
Dice el refranero que «quien con niños se acuesta, meado se levanta». Yo diría que quien mete fascistas en su programa acaba salpicado por el totalitarismo. En la primera estatal siguen emitiendo “59 segundos”, y en esta segunda etapa, con nueva conductora, menos brillante, menos querida por las cámaras, pero igual de formal y eficaz en cuanto a mantener un orden y un ritmo, no están representados directamente los partidos políticos, o al menos alguno no quiere estarlo, lo que es una manera de boicotearlo. El otro es mandar a la banda de legionarios de la extrema derecha, con su gran líder a la cabeza, Pedro J.
Cada intervención del dueño de la piscina y sobre todo de sus sirenas y elfos, son una manera de disparar todas las alarmas de convivencia. Su agresividad, su maneras chulescas, su cinismo, su capacidad para hacer de la mentira su único argumento y sus bajezas intelectuales, morales, políticas se van con- virtiendo en una mancha que atrapa a todos cuantos intervienen y que hace que este programa haya bajado en audiencias y solamente se soporte si se está alineado de una manera forofa en alguno de los dos bandos, porque no se trata de hablar de política, sino de intereses económicos, de los aznaristas ávidos de euros y dólares y de los recién llegados al poder que no quieren perder sus actuales posiciones privilegiadas. Como el resto no interesa, y no les dan cancha, pues mejor que se lo cuezan ellos solos y se vayan quitando las caretas, que son muchas y de muy variada tonalidad cromática.
Aunque para careta, o para carota, Albert Rivera, el presidente de Ciutadans, que hasta abril era militante del PP. Había sido hasta apoderado del mismo en las elecciones del 14-M y se había afiliado, convencido, cuando el señor de los negocios americanos salió en la foto de las Azores. ¿Qué tienen que decir ahora todos los que le han arropado desde un discurso más o menos áulico de socialdemocracia metafísica españolista? Quizás simplemente estemos ante un ejemplo de «animal político», es decir de hiena que busca por donde encaramarse al poder, a cualquier poder. Ahora se entiende mejor el apoyo de la falange mediática. -
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