OAXACA
Los enfrentamientos comenzaron cuando la Policía Federal Preventiva (PFP) cargó brutalmente con gases lacrimógenos y pelotas de goma contra un retén popular instalado en los alrededores del Zócalo de la capital oaxaceña, uno de los muchos instalados por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca para exigir la retirada de las fuerzas policiales de la ciudad.Estos retenes formaban parte de una multitudinaria marcha pacífica que recorrió a primera hora de la tarde del domingo ocho kilómetros hasta el centro de Oaxaca exigiendo además la renuncia del gobernador del PRI, Ulises Ruiz, y la liberación de los detenidos.
El objetivo de los manifestantes era instalar durante 48 horas un cerco sobre el acuartelamiento de la PFP en el Zócalo.
Los manifestantes respondieron al ataque de la Policía lanzando cohetones disparados con bazucas artesanales y petardos conocidos como coyotas, entre cánticos de «¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!» y «¡Hoy voy a hacer, hoy voy, hoy voy a hacer, una fogata con los de la PFP», en alusión a la Policía.
Los bazuqueros lograron formar una línea de defensa, protegiéndose hasta con algunos escudos de la PFP, incautados en los días precedentes.
Pero la Policía arremetió contra ellos con sus tanquetas y contó con la inestimable ayuda de paramilitares vestidos de civil que disparaban y perseguían pistola en mano a los manifestantes. De este modo, la Policía logró llegar al lugar que albergaba el campamento general de los manifestantes y prendió fuego a sus tiendas de campaña y enlonados, desde donde volvió a retirarse hasta su acuartelamiento en el Zócalo.
Pero los ánimos populares estaban exaltados y de poco sirvieron los llamamientos a la calma por parte de portavoces de la APPO a los bazuqueros. «El pueblo es el que manda», resumió uno de ellos.
Las Fuerzas federales arremetieron nuevamente y llegaron a utilizar fuego real contra los manifestantes. A bordo de camionetas y cona la cobertura de tanquetas, persiguieron a los manifestantes hasta la Facultad de Medicina.
Según el balance de la APPO, los enfrentamientos se saldaron con seis manifestantes muertos por disparos, más de 140 heridos una veintena de ellos de bala, un centenar de detenidos y numerosos inmuebles públicos y privados, además de vehículos, incendiados. Sedes gubernamentales y judiciales, ademá de hoteles de lujo y teratros figuran entre los edificios más dañados.
Retiraron los cadáveres
Florentino López, portavoz de la APPO, confirmó la muerte de seis manifestantes aunque matizó que la única prueba que tienen es el testimonio de sus compañeros, porque la Policía se llevó los cadáveres.De confirmarse estas muertes, el conflicto de Oaxaca habría ya costado la muerte de cerca de 30 personas, todos ellos manifestantes o periodistas que cubrían los sucesos.
El Gobierno federal no había ofrecido balance alguno de daños personales y materiales.
El todavía gobernador, Ulises Ruiz, minimizó estos enfrentamientos. «Son los coletazos», aseguró el dirigente priísta, acusado de corrupción.
Fuentes gubernamentales anunciaron que se ha cursado la orden a la PFP, presente en la capital desde el 28 de octubre, a que pase a la ofensiva general contra las protestas.