IRUÑEA
Casi tantos goles en un solo partido como los que había conseguido hasta ahora en once jornadas. Osasuna se volvió a reencontrar con el gol precisamente cuando más lo necesitaba, debido a su perentoria situación clasificatoria.El 4-1 endosado al Deportivo le permitió al equipo abandonar los puestos de descenso acompañaron la derrota del Athletic y el empate del Betis y, de rebote, dar una pequeña tregua a la difícil situación en la que se encontraba Ziganda. El míster rojillo consiguió salvar en el día de ayer su particular match ball, aunque sabedor de su obligación de volver a superar un nuevo test pasado mañana, en este caso en la competición europea.
Y en ese reencuentro con la portería contraria mereció especial mención la actuación de Roberto Soldado, el protagonista por antonomasia del encuentro. El delantero valenciano, cuyas presencias con la elástica rojilla no estaban rayando hasta ahora a la altura de lo que de un goleador como él se espera, se redimió por partida doble con la grada, consiguiendo dos magníficas y oportunas dianas.
El que Osasuna se pusiera por delante cuando todavía no se habían cumplido los primeros cinco minutos allanó sobremanera el difícil reto al que debieron hacer frente los rojillos. Pese a no estar particularmente fino en sus desplazamientos esta temporada, el rival acumulaba el suficiente bagaje favorable en sus visitas a El Sadar como para temer por la suerte del choque nunca se le había ganado por más de un gol, pero los recelos se diluyeron definitivamente con el 3-1.
Otra actitud
No únicamente porque el trallazo desde 25 metros de Soldado pusiera suficiente tierra de por medio como para sentir seguros los tres puntos en el zurrón navarro, sino porque la escuadra rojilla dio una sensación muy diferente a la de los últimos envites y, sobre todo, un giro radical respecto a la paupérrima imagen ofrecida hace una semana ante el Recreativo.
Aparte de que los de Ziganda convirtieran su primera aproximación a la meta enemiga, saltaron al césped con esa actitud que ha hecho de Osasuna un conjunto engorroso, difícil de superar y que en cualquier momento te puede aplicar el golpe de gracia.La distancia entre líneas apenas fue patente, las ayudas se sucedieron a la búsqueda de situaciones de superioridad frente a los deportivistas, la presión en todo el campo y, en especial, ante la salida del esférico del rival volvió a estar presente, Puñal regresó por sus fueros para robar balones y propulsar el juego rojillo... Y todo ese buen trabajo se corroboró con la gran efectividad de los jugadores más ofensivos.
No sin olvidarse de que, para variar en lo que va de campaña, el factor suerte también estuvo del lado navarro. Porque quizás el resultado hubiera sido muy diferente o se habría sufrido bastante más para alcanzar la tercera victoria liguera si el chut de Riki a los once minutos hubiera besado las mallas en lugar de ser repelido por el poste cuando todavía en el marcador lucía un exiguo 1-0.
Pero el efecto balsámico de ir por delante en el electrónico se acrecentó conforme fueron discurriendo los minutos. Hasta los hombres de la zaga cohesionaron sus posiciones y taparon algunos huecos que habían permitido en los primeros compases del partido que el Deportivo se aprovechara de esos errores, sobre todo en las jugadas de estrategia.
Ahora sólo falta que la plantilla corrobore en los próximos compromisos que se quiere seguir en esa buena tónica y con la misma disposición ofrecida ante los gallegos. Porque quien piense que haber conseguido este triunfo con cierta suficiencia ya va a suponer que las cosas a partir de ahora van a ir cuesta abajo está más que equivocado. Y no habrá que esperar mucho. El Odense será este miércoles otra prueba de fuego.