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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-12-04
Alfredo Hoyuelos - Doctor Europeo en Filosofía y Ciencias de la Educación
El decreto regulador, ¡qué poco regula!

El Gobierno de Navarra ha elaborado un Proyecto de Decreto Foral por el que, dicen, se regula el primer ciclo de Educación Infantil. Este proyecto ha recibido un dictamen favorable (sin tener en cuenta enmiendas importantes presentadas por sindicatos y por la representante de la Federación de padres y madres de Navarra) por parte del Consejo Escolar de Navarra el 26 de septiembre. No olvidemos que este Consejo está conformado ­mayoritariamente­ por miembros con los mismos planteamientos conservadores que los del propio Gobierno. Por tanto, no era de esperar ninguna aportación final crítica en dicho dictamen.

Desde hace mucho tiempo, desde diversos sectores sociales (profesionales, familias, movimientos culturales, etc.), estamos esperando un decreto que regule este ciclo educativo, donde conviven instituciones (escuelas infantiles) y servicios (guarderías, casas amigas...), muchos de ellos sin control alguno por parte de la Administración pública educativa. Este descontrol afecta a las instalaciones, titulaciones del personal, número de niños y niñas por educadora, planes de sustitución, verificación del proyecto educativo y a la gestión democrática de los centros, etc.

Quienes conformamos la Plataforma ciclo educativo 0-3 años en Navarra esperábamos ­básicamente­ dos cosas. Por una parte, que todas las instituciones que escolarizan a menores de tres años se sometiesen a unos requisitos mínimos fijados por el Departamento de Educación; y, por otra, que dichos requisitos fueran dignos para asegurar el desarrollo de las potencialidades de la infancia.

Ninguna de las dos cosas se cumplen en el proyecto de dicho decreto. Vamos a ver con atención qué dice.

La realidad es que todo empieza muy bien. Citamos textualmente: «Las profundas transformaciones tecnológicas, económicas y sociales que se vienen produciendo en los últimos tiempos, así como las aportaciones de la ciencia y el conocimiento, han provocado importantes cambios en la concepción de la infancia y en el valor que tienen los niños para las sociedades actuales. Los niños son importantes y valiosos, no sólo como realidad emergente y futuros ciudadanos en los que confiamos nuestro porvenir, sino como un grupo de población con características e identidad propia, con formas, condiciones y estilos de vida definidos. La infancia es, además, una etapa caracterizada por la capacidad de aprender y el periodo de la vida en el que se producen los avances evolutivos más determinantes para el desarrollo del ser humano. Esta realidad debe ser considerada para la planificación coherente de las políticas educativas dirigidas a los niños más pequeños (...) Con este Decreto Foral, el Gobierno de Navarra, consciente del valor de la infancia en la sociedad actual y de la gran importancia que tiene la educación, desde los primeros años de vida, en la construcción de la personalidad y el desarrollo de las capacidades del individuo, así como en la transmisión y renovación de la cultura y de los valores que la sustentan...»

Después de leer estas frases nos las prometíamos felices. Por fin, una Administración Pública que se acordaba de las riquezas de la infancia. Y pensábamos que, en coherencia, el Gobierno de Navarra iba a regular el sector, mediante unas condiciones exigibles a todos los servicios, para que así ocurriese. Pero no. Todo palabrería y retórica (que como dice Woody Allen es el área de la imbecilidad).

Este decreto, perverso y cobarde, sólo se atreve a regular las condiciones de algunos centros de Navarra: los que llama de primer ciclo de educación infantil. Sigamos leyendo el artículo 13: «1.Se entiende por centros de primer ciclo de educación infantil aquellos que prestan un servicio educativo de manera regular, es decir continuada y sistemática, a niños de 0 a 3 años de acuerdo con las condiciones y requisitos establecidos en el presente Decreto Foral. 2. Quedan excluidos del ámbito de aplicación de este Decreto Foral los servicios o establecimientos de ocio, atención o cuidado de niños de 0 a 3 años que no reúnan los requisitos y condiciones establecidos en este Decreto Foral. Estos establecimientos se regirán por lo que establezcan los organismos públicos competentes».

Veamos qué significa esto. Esto significa que existen y van a seguir existiendo algunos llamados esta- blecimientos o chiringuitos que, sin intencionalidad de ser educativos (centros de asistencia, guarderías, ludoguarderías, casas amigas u otros cuyas denominaciones se inventen), quedan en el máximo descontrol. Sabemos, históricamente, que no hay ningún organismo público competente (y por tanto son incompetentes) que regulen o rijan nada sobre estos centros que llaman de ocio, atención o cuidado de los niños y niñas.

Esto quiere decir que el decreto divide a los ciudadanos menores de tres años en dos categorías: los que considera objetos de educación y los que no lo son, ni le importan. Por este motivo, el decreto es perverso. Y lo es cuando tira balones fuera dejando a algunos niños y niñas sin protección administrativa y en condiciones de indignidad educativa.

Es también perverso porque distingue, malévolamente, entre educación, atención y cuidado. Esto quiere decir que algunos niños serán objeto de atención, otros de cuidado, y otros de educación. ¡Qué mala suerte para algunos, que no podrán, en una etapa caracterizada por la capacidad de aprender y el periodo de la vida en el que se producen los avances evolutivos más determinantes para el desarrollo del ser humano, desarrollar sus potencialidades educativas.

No podemos permitir si es cierto que los niños y niñas cuentan en esta sociedad ­que se pretende avanzada­ que el Gobierno de Navarra se desentienda y deje en la estacada a algunos ciudadanos y ciudadanas menores de tres años de quienes no le importan si se educan o no. No lo olvidemos nunca: el derecho a la educación es un derecho fundamental de toda persona desde el nacimiento.

El Gobierno de Navarra ha perdido una ocasión histórica para recordarlo. -


 
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