GARA
MOSCU
La Ensaladera de Plata se quedó en Rusia, país que la conquistó ayer por segunda vez en su historia, tras hacerse con este título hace cuatro años en Pa- rís, y gracias esta vez al triunfo por 3-2 sobre Argentina en el estadio Olimpíiski de Moscú.
El tercer punto decisivo para Rusia lo conquistó Marat Safin, quien derrotó a José Aracuso en el quinto partido de la final por 6-3, 3-6, 6-3, 7-6 (5).
Comentando la reñida lucha, Safin reconoció que le fue difícil controlar la marcha del partido y admitió que de haber perdido el cuarto set, seguramente hubiera fracasado también en el quinto. El tenista ruso acaba de salir de casi medio año de recuperación de una dura lesión que, según relató ayer, ni siquiera sabía si podría volver a jugar al tenis.
La lesión volvió a dejarse sentir durante el partido y al final Safin llegó a quejarse del dolor del tobillo. «Parece que se me van a caer las rodillas», confesó. El mismo explicó que a Acasuso «le faltó un poco de experiencia. Sacó bastante bien, pero en algunos momentos no le resultó el juego como debería», dijo.
El duelo de Safin y Acasuso se produjo después de que el número uno argentino, David Nalbandian, derrotase a la primera raqueta rusa, Nikolay Davydenko por 6-2, 6-2, 4-6 y 6-4. Con esa victoria, Nalbandian consiguió el empate 2-2 y disipó las esperanzas de la hinchada rusa en una victoria anticipada. Muchos, incluido Safin, consideran, sin embargo, que fue el doble del sábado el que decidió la suerte de la final. Aquel encuentro, que Safin y Dmitry Tursunov ganaron por 6-2, 6-3 y 6-4 a David Nalbandian y Agustín Calleri, fue, según él, «partido clave» y situó a Tursunov como el jugador ruso más prometedor, hasta el punto de que no se descartaba que el capitán ruso, Shamil Tarpischev, pudiese encargarle a él, y no a Safin, el partido decisivo.
Entre el público estaban el ex presidente de Rusia, Boris Yeltsin, y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. Al otro lado, Diego Armando Maradona encabezaba a medio millar de hinchas argentinos que ayer compartieron la amargura de la derrota.