Figura poética
El motivo dramatúrgico de primera instancia es el relato de Balzac “La obra maestra desconocida”, que sirve para ir mostrando a Pablo Picasso con Paul Valerie, Juan Larrea o Dora Maar, preocupado por los discursos artísticos, por la relación entre el autor y su obra. Es un recurso muy bien traído porque es precisamente indisoluble la relación entre Picasso, y su Guernica, la que le encumbró universalmente, y que se ha convertido en una de las manifestaciones artísticas de mayor significación política.
Si el planteamiento de arranque parece adecuado, su plasmación y desarrollo atraviesa bastantes momentos valle. Las canciones interpretadas con gran entidad, claridad y fuerza por Carlos Panera, dan una contextualización apropiada, con textos de Machado, Lorca, César Vallejo, Miguel Hernández, que además de un marco poético le confieren emotividad, lo mismo que el audiovisual que va sobreponiéndose en todas las acciones y situaciones. Estos dos elementos van siempre en un tono alto, pero después, superada la escena central sobre la discusión sobre el texto de Balzac, el resto de las escenas son excesivamente narrativas, como colocadas con la necesidad de aportar datos históricos.
No en todos los casos alcanza buen nivel de diálogos, ni de intensidad dramática, lo que unido a una desigualdad interpretativa notoria, y a un espacio escénico escueto y poco significante en cuanto no hay audiovisual y un vestuario excesivamente anacrónico, la fuerza teatral se rebaja, quedándonos el asidero del compromiso, de las sensaciones, de la memoria, de los sentimientos. Es cuando la figura de Picasso se nos queda excesivamente recortada en lo poético, que puede ser suficiente, aunque hay pasajes en donde apunta a más logros y toma otra dimensión mucho más potente. La puesta en escena siempre es más brillante en los momentos poéticos que en los dialogados. -
Carlos GIL
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