MADRID

El presidente español dio vía libre al diálogo oficial con la organización armada vasca el 29 de junio, y anunció que en setiembre el ministro del Interior informaría a los grupos de la evolución de los contactos. Sin embargo, esta ronda se suspendió tras admitir que no había novedades que transmitir. Pastor expuso ayer que lo que ocurrió fue que ETA no quiso hablar con el Ejecutivo español, y situó en la misma línea tanto el robo de pistolas en Nimes como las acciones de kale borroka ocurridas después.

Aunque el propio Pastor aclaró posteriormente a través de agencias de noticias que se había limitado a expresar una opinión personal y no en nombre del PSOE, el partido reaccionó con contundencia para intentar desmentir esa tesis. Así, en una desautorización cuyo tono no resulta muy habitual, el máximo responsable de Organización del PSOE, José Blanco, subrayó en un acto en Madrid que «hay mucha gente que no sabe de qué habla;los que sabemos, no hablamos».

El PP se había apresurado a utilizar las tesis de Pastor para criticar al Gobierno español. El secretario de Comunicación, Gabriel Elorriaga, afirmó por ejemplo que «es patético e indignante que el Gobierno siga queriendo reunirse con ETA cuando se está rearmando».

En Gasteiz, el consejero de Justicia de Lakua, Joseba Azkarraga, también acusó a Pastor de incurrir en «un exceso verbal». Situó su afirmación en el interés del PSOE de imputar a la izquierda abertzale todas las responsabilidades y aseguró que «manifestar que la culpa la tiene solamente una parte no nos lleva a ningún lado».