Jesús Valencia - Educador Social
En el nombre del PP
Los obispos españoles trabajan sin descanso, aunque se han equivocado de tajo. En vez de cuidar las garnachas y tempranillos de la viña del Señor, protegen los emparrados del cortijo del PP. He buscado novedades en sus “Nuevas Orientaciones Morales” y, al leer el apartado sobre el terrorismo, he sentido una mezcla de estremecimiento y alivio. Tarde, pero ¡al fin! la Conferencia Episcopal Española se ha calzado las perneras: «Se trata de una práctica del crimen con el fin de conseguir objetivos sociales o económicos mediante el terror, paralización o sometimiento de la población y de sus instituciones legítimas...». Los mitrados dejan con el culo al aire a los tres de Las Azores. Al defenestrado Aznar, si ha leído este alegato, se le habrá congelado su sonrisa conejil. Siguiendo la lectura vine a deducir que los prelados hispanos, en un alarde de honestidad, hacían confesión pública de sus complicidades: «Es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que apoyan, encubren o respaldan sus acciones...». ¿Quién no recuerda su escandaloso silencio contra la invasión petrolera en Irak? El Vaticano la rechazaba pero los prelados españoles, más fieles al PePe que al Papa, prefirieron encubrir a la derechona para no restarle votos ni legitimidad. Y ¿qué decir de su novedosa defensa de las víctimas?: «Solidaridad con todas las personas que han sufrido directa o indirectamente los golpes del terrorismos...». ¡Por fin! También las víctimas del BVE, del GAL, Lasa y Zabala, Unai Romano... encontraban en los obispos un gesto de reconocimiento. Mi ingenuidad va pareja con la tendenciosidad episcopal. Nada nuevo en las “Nuevas Orientaciones”. La Conferencia Episcopal sigue donde estaba: no hay más terrorismo que el de ETA ni más víctimas que las suyas. Sólo cabe una solución con vencedores y vencidos. Reconocer un grado de interlocución a ETA es atentar contra la libertad y la justicia; sólo se puede hablar con ella sobre cuándo y dónde se rinde. Un calco del discurso intolerante de Acebes y de la COPE, que son el mismo. El proceso de normalización está en serio peligro y los obispos, al igual que la fatxenda, todavía recortan más el margen de maniobra. El reconocimiento respetuoso del adversario, la mutua escucha, el análisis de las causas, la igualdad de oportunidades, el diálogo como alternativa a la confrontación... nada de eso cabe en el mensaje episcopal. «Donde hay discordia, ponga yo unión...». Zarandajas de un lunático y payaso. Los obispos no leen el Evangelio desde la Porciúncula de Asís, sino desde la sede del PP. -
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