José Luis Rodríguez Zapatero esgrimió ante el Congreso del Reino que entre enero y noviembre de 1999 la Fiscalía elevó 37 escritos de calificación contra 118 acusados, mientras que en lo que va de año ha redactado 99 escritos contra 225 acusados. (GARA, 2006-12-14) Entiendo que el presidente del Gobierno español, en referencia a la marcha del proceso de resolución del conflicto con Euskal Herria, quiso decir al PP, y también al PNV, que todo va bien porque él es mucho peor, más maligno y agresivo que Aznar. En la política neoliberal que actualmente se lleva, parece un brillante argumento político.
Es claro que el objetivo de la estrategia del Gobierno del Reino es la dislocación. Su consecuencia será la disolución de la fuerza del enemigo [la izquierda abertzale] o su destrucción más fácil en el combate, en una confrontación que ésta siempre lleve las de perder. Es lo que se conoce como «dislocación estratégica».
Esta estrategia militar, así definida por el oficial británico de infantería Basil Liddell tras las dos guerras mundiales, fue ya utilizada por el general Emilio Mola, dentro de sus planes militares establecidos para alzarse contra la II República Española. Era el año 1936. Nada nuevo sobre el Reino.
Fue don Emilio Mola Vidal quien habló, a los corresponsales de guerra, sobre su Quinta Columna, existente, sobre todo en Madrid. Se trataba según él de simpatizantes clandestinos del levantamiento que, llegado el momento, facilitarían la entrada de las tropas en Madrid.
Desde el inicio del amotinamiento militar contra la República, sobre todo por las noches, se escuchaban a los «pacos»; tiradores desconocidos que con un solo disparo de pistola, certero o no, desde las azoteas y tejados, creaban una conmoción permanente de terror en todo un barrio. Ellos eran los quintacolumnistas especializados en la dislocación estratégica, en la guerra sucia.
Según el diccionario de la Real Academia, «paco» es el nombre que se daba al moro, de las posesiones españolas de Africa, que aislado y escondido, disparaba sobre los soldados... españoles. «Pa-co». Así dicen que sonaba.
El «paco» fue utilizado por los africanos para defenderse de los invasores españoles. Luego, el «paco» lo utilizó Emilio Mola Vidal como estrategia militar para dislocar la capacidad defensiva de los guardianes resistentes de la legítima República.
Es curioso cómo todo confluye. El pasado africano, el africanismo antirrepublicano de los generales amotinados, y el presente antidemocrático y cruel de las autori- dades del Reino. El pasado se hace presente. Parece que son únicamente los fuertes quienes aprenden de la historia que les favorece y eterniza en el poder.
Coincido con Eduardo Haro en que «esta democracia es reducida, jíbara; ave de vuelo corto o de salto de corral; tengo la sensación en este momento, de que su imperfección aumenta».
En el reino español el interés auténticamente político y ciudadano de los responsables políticos por el proceso de paz, es inversamente proporcional a la palabrería lanzada por ellos, y a la tinta arrojada a diario sobre el tema por sus adictos seguidores.
Más que poner los medios, los adecuados para resolver el conflicto, que de sobra conocen mantienen y practican la estrategia de dislocación. Lanzan «pacos», revestidos de togas, o de tricornios, o de ertzainas, o de carceleros, o de consejeros del gobierno de la autonomía, o incluso, de dirigentes de partidos nacionalistas. Todo vale para distorsionar la realidad, las intenciones y la voluntad política de los opositores al régimen, al reino, y a la España pretendidamente eterna e indestructible.
El «paco», el que se presenta como personaje o agrupación pretendidamente independiente en la contienda, lanza su tiro habitualmente su frase contra Batasuna y desaparece. Pretende hacer entender que su posicionamiento es imparcial; ni con unos ni con otros, dicen, por aquel proverbio tan antiguo como falaz, mentiroso, de que la virtud se encuentra en el punto medio. «In medio, virtus». El ni con unos ni con otros distorsiona, introduce en el litigio nuevos parámetros, que únicamente sirven para apoyar a quien domina, a quien intenta mantener la crispación en Euskal Herria.
La dislocación estratégica, desde el poder del PSOE, como desde la oposición del PP, e incluso desde el PNV, busca la introducción de todo tipo de «pacos», de actores en solitario, con el único fin de agotar por inanición las fuerzas de la izquierda abertzale.
Se trata de la perfección de la estrategia para resolver un conflicto, manteniendo las falsas expectativas, exigiendo, como lo hace el señor Zapatero, tiempo, temple y tenacidad, y manifestando engañosamente su proceder como si se tratara del resultado de un análisis ponderado y sereno.
Todo salvo voluntad humana. Porque lo humano, las cosas de mujeres y de hombres, parece que están reñidas con la política. ¿Un ejemplo, entre miles?... la condena inhumana, anti demócrata, tridentina e inquisitorial de De Juana Chaos. El gobierno del reino utiliza la estrategia de la dislocación. Es claro. -