NUEVA YORK
El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó ayer por unanimidad, y tras dos meses de negociaciones entre las potencias occidentales, de un lado, y Rusia y China, de otro, una resolución con sanciones contra Irán por su negativa a suspender su programa nuclear civil.La resolución 1737 impone sanciones económicas y comerciales en dominios muy delimitados: «Enriquecimiento de uranio, proyectos relacionados con reactores de agua pesada y desarrollo de misiles balísticos especialmente sensibles».
El texto, apadrinado por Gran Bretaña, Estado francés y Alemania, da a Teherán un nuevo plazo de sesenta días para que suspenda «inmediatamente sus actividades sensibles» y amenaza, transcurrido ese plazo, con nuevas sanciones, aunque siempre a través de una nueva resolución ad hoc y en el marco del artículo 41 del Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, que excluye en todo caso la amenaza militar.
Irán ya rechazó un anterior ultimátum similar, con fecha del 31 de agosto, inscrito en una anterior resolución, la 1696.
Antes, en febrero, Teherán decidió suspender la aplicación del protocolo adicional del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en protesta por la adopción de una resolución por parte del Consejo, que reune con carácter permanente a las potencias nucleares mundiales.
Enmendada innumerables veces, la nueva resolución estaba siendo debatida desde el pasado 23 de octubre.
Rusia ha liderado el frente para atenuar tanto el tono del texto como la naturaleza de las sanciones aprobadas. Así, las potencias europeas se vieron obligadas el pasado miércoles a hacer una concesión a Moscú, suprimiendo del texto la prohibición de viajar al extranjero a doce iraníes a quienes vincula con los programas nuclear y balístico de Irán. Entre ellos destaca el general Yahia Rahim Safavi, comandante de los Guardianes de la Revolución.
El texto aprobado se limita a señalar que «todos los estados miembros de la ONU «deben vigilar la entrada o tránsito por su territorio» de estos doce dirigentes y «congelar inmediatamente los fondos» tanto de estos últimos como de las once entidades iraníes a las que vinvula con los programas nucleares y balísticos «sensibles».
En la misma línea, la resolución estipula claramente los materiales, equipamientos y tecnología sobre los que impone una prohibición general de venta o transferencia a Irán.
Anunciada su aprobación insistentemente durante los últimos días, la Casa Blanca anunció horas antes de la reunión del Consejo que el presidente de EEUU, George W. Bush, llamó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, por teléfono, para convenir en la «importancia de una posición común» entre ambos países, en el marco de la «cooperación ruso-estadounidense en la arena mundial».
No es un secreto que EEUU, que ha optado por la estrategia de dejar que sean sus aliados europeos los que breguen en primera línea, suspiraba por una resolución más dura.
El embajador adjunto de EEUU, Alejandro Wolff, reconoció que las sanciones aprobadas son sólo «el primer paso». Por contra, el embajador de Rusia ante la ONU, Vitaly Churkin, puso el acento en que se descarta «el uso de la fuerza» y en que «si Irán cesa sus actividades de enriquecimiento, las medidas (sic) también serán suspendidas».
El director general de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, Mohamed ElBaradei, deberá en el plazo de 60 días entregar un informe sobre la respuesta de Irán a este desafío del Consejo.
GARA
TEHERAN
En la primera reacción oficial tras la aprobación de la resolución, un portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Mohamed Ali Hosseini, señaló a la cadena árabe Al-Alam que Teherán proseguirá con su programa nuclear y su proyecto de instalar 3.000 centrifugadoras en una fábrica de enriquecimiento de uranio situada en Natanz.
«Esta nueva resolución no frenará los progresos de Irán en el dominio nuclear», señaló Ali Hosseini, para insistir en que «la nación iraní, en el ejercicio de su libre capacidad y en el marco del TNP y de sus derechos inalienables, seguirá adelante con sus proyectos nucleares pacíficos».
Horas antes de la reunión del selecto club de potencias nucleares mundiales, Irán amenazó con suspender su actual colaboración con los inspectores de la AIEA sobre el terreno.
Las comisiones de Seguridad Nacional y de Exteriores del Parlamento iraní ya han dado el visto bueno a un proyecto de ley que suspende esa colaboración.
El presidente del Parlamento, Gholam Ali Hadad Adel, advirtió ayer mismo que el proyecto sería presentado a los diputados en caso de que la resolución fuera aprobada.
«Si Irán es víctima de presiones, no tendremos otra alternativa que presentar esta ley en el Parlamento para que sea debatida».
El diario conservador “Kayhan” fue más allá y en su editorial de ayer se adelantó para exigir a los responsables del país «que castiguen a Occidente y anuncien la retirada de Irán del TNP en caso de que salga la resolución».
Israel tilda la resolución de «insuficiente»
El Ministerio israelí de Exteriores saludó las sanciones como un primer paso pero insistió en tildarlas de «insuficientes» y urgió a la «comunidad internacional a actuar con mayor rapidez y determinación a fin de forzar la suspensión del proceso en el caso de que las sanciones no logren su objetivo». Israel tiene un arsenal de 200 cabezas nucleares y ni siquiera ha firmado el TNP. Hace varios días, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, reconoció implícitamente ese importante arsenal. -
